Las elecciones presidenciales en Estados Unidos, que se celebran el 6 de noviembre, se presentan como las más reñidas de la última década. El presidente demócrata Barack Obama parte con ligera ventaja de cara a la reelección en varios estados considerados claves, mientras que el aspirante republicano Mitt Romney, que se acercó en las encuestas tras el primer debate, se sitúa por delante en los sondeos nacionales.
Una batalla empatada entre dos visiones opuestas del mundo para liderar a la principal potencia occidental. ¿Qué podemos esperar de Obama y Romney si resultan elegidos presidentes? ¿Cuáles son sus promesas y proyectos de futuro para los próximos cuatro años?
«Forward» («Adelante»), es el lema de campaña del demócrata frente al «Believe in America» («Cree en América») del republicano. La economía, el empleo y la sanidad se presentan como los temas cruciales para los ciudadanos, según el centro Pew Research.
El empleo, el factor decisivo
Obama se encontró en enero de 2009, a su llegada a la Casa Blanca, con la tasa de desempleo en pleno ascenso. La recesión destruyó 8,7 millones de empleos entre febrero de 2008 y 2010, de los cuales, la mitad se produjo en 2009, el primer año de mandato del demócrata.
El presidente ha conseguido recuperar más de cinco millones y su saldo neto, tras los últimos datos de octubre, es positivo: ha creado más de 90.000 empleos durante su legislatura, con 31 meses consecutivos de creación de puestos de trabajo.
Los expertos recuerdan que ningún presidente de Estados Unidos ha logrado la reelección con un índice de paro superior al 8%, barrera simbólica que Obama consiguió rebajar el mes pasado. Estas cifras han supuesto un impulso, pero los más de 12 millones de parados es una cantidad que preocupa, y mucho, entre la población. Una grieta que Romney trata de aprovechar.
El candidato republicano, un abanderado de la libre empresa, ha prometido crear precisamente 12 millones de empleos si es elegido, la misma que Obama lanzó en 2008. El aspirante a la Casa Blanca quiere enmendar la ley federal de relaciones laborales para “flexibilizar” el margen de los empresarios y que la ley garantice el voto secreto en cada elección sindical.
Al problema del paro general, se le une un desemplo de larga duración se le suman y un aumento significativo de los trabajodres a tiempo parcial, que suman unos 8,3 millones. La Reserva Federal anunció hace una semana que continuará con las inyecciones para estimular la economía, que crece despacio pero se recupera paso a paso.
“Es la economía, estúpido”
La frase que llevó al demócrata Bill Clinton a la victoria en 1992, contra todo pronóstico, ha vuelto a sonar con fuerza estas elecciones. La economía ha dominado los discursos de los candidatos, en especial del republicano, terreno donde se han evidenciado las principales diferencias entre ambos.
Romney se presentó en esta campaña como un empresario de éxito, capaz de frenar la crisis con las mismas recetas que le hicieron millonario. Apuesta por reducir los impuestos un 20% de media y un 25% el de sociedades; se compromete a bajar un 5% el gasto de los programas gubernamentales, considera un “imperativo legal” reducir la deuda, y quiere rebajar el nivel de regulación federal, en especial para las pequeñas y medianas empresas.
Frente a ello, Obama promete ahorrar cuatro billones hasta 2022, en la senda marcada esta legislatura, y continuar así hacia la recuperación. EEUU lleva varios meses registrando crecimiento económico: a un ritmo lento del 0,4%, pero alejándose de la recesión.
El presidente defiende aumentar los ingresos por la vía impositiva hacia las rentas altas. «Debemos pedirle a los millonarios que regresen a las tasas de impuestos que pagaban cuando Bill Clinton era presidente», ha repetido. El expresidente ha sido una figura central en la campaña, donde se ha volcado.
Una cuestión, la de los impuestos, que le ha servido para atacar a su oponente. Romney se ha negado a hacer públicas sus rentas de los dos últimos años a pesar de las sospechas de que tiene dinero en paraísos fiscales y aporta menos que un ciudadano medio.
Obama aboga por establecer la »regla Buffet», que impondría una carga fiscal de al menos el 30% a quienes ingresen más de un millón de dólares anuales. El presidente recuerda la aprobación de la »ley Dodd-Frank», una de sus promesas, para aumentar el control sobre las operaciones especulativas en Wall Street. Romney ha advertido que la derogará junto a “todas las regulaciones de la era Obama que son una carga excesiva a la economía”.
Con todo, los candidatos tendrán que tomar dos decisiones fundamentales si resultan elegidos. La principal afecta a la Ley de Control de Presupuestos, aprobada hace un año en el Congreso, que prevé un recorte de 1.200 billones del déficit. Si no se alcanza un acuerdo entre ambos partidos antes de 2013, el profundo recorte se ejecutará automáticamente en gastos regulares y en las partidas de Defensa, que se »come» el 20% del presupuesto, sin afectar a los servicios sociales.
No será el único pacto que tendrán que alcanzar demócratas y republicanos, sea cual sea el vencedor. La prórroga de varios recortes de impuestos aprobados por George W. Bush, entre ellos para las rentas inferiores a 250.000 dólares anuales, estará en la mesa de negociación. Romney ya ha mostrado su posición: quiere que la reducción sea permanente para todos los contribuyentes.
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