Una de las medidas insignias del presidente podría suspenderse antes de entrar definitivamente en vigor en 2014. La reforma sanitaria, que falicita el acceso a la cobertura sanitaria a los casi 50 millones de norteamericanos sin seguro médico, fue avalada el pasado junio por el Tribunal Supremo. Obama también ha extendido Medicaid, la sanidad para las rentas más bajas.
Pero Romney está decidido a tirar por tierra uno de los grandes logros del presidente. De hecho, ha manifestado que será lo primero que haga si llega al Despacho Oval. Apuesta por que cada estado decida su sistema sanitario, dando más margen a las empresas privadas, a pesar de que EEUU es el segundo país del mundo con la sanidad más cara.
Una de las críticas más recordadas al republicano es que él mismo fue el primero en aprobar un sistema igual al que quiere derogar cuando era gobernador de Massachusetts. Además, no ha aclarado si quiere privatizar parcialmente Medicare, el programa médico para personas mayores, como propuso su segundo, Paul Ryan, pero se ha mostrado a favor de aumentar la edad de jubilación.
La inmigración como apuesta de futuro
En un país con 52 millones de latinos, entre ellos de segunda y tercera generación, y 12 millones de indocumentados, la reforma migratoria integral prometida por Obama le valió el apoyo mayoritario de este colectivo, que representa al 13% del electorado. Hoy son ya la principal minoría del país y son mayoría en 28 ciudades, con un crecimiento del 43% en la última década.
En este sentido, el fracaso de Obama para impulsar una reforma migratoria integral ha sido acogido con decepción. Sin embargo, el apoyo de los latinos parece que volverá a caer sobre el demócrata, recelosos después de que estados conservadores como Arizona aprobaran leyes que criminalizan a los »sin papeles».
El presidente ha acumulado una cifra récord de deportaciones, 400.000 expulsiones al año, que trató de frenar en junio con la aprobación del Dream Act, que suspendió la deportación de 800.000 «dreamers», jóvenes indocumentados traídos por sus padres cuando eran menores pero que estudian, trabajan y tienen su vida en el país.
Según Pew, nueve de cada diez latinos aprueban la tregua migratoria. Por este motivo, Romney ya ha dicho que la mantendrá un año, pero buscará una nueva reforma. La postura más comprometida del aspirante es el concepto de la «autodeportación» que, según sus críticos, consiste en hacerle la vida tan miserable a los indocumentados que acabarán por irse.
Los republicanos han optado por centrar su campaña entre los latinos en la economía. «Las preocupaciones de los hispanos son las mismas que las del resto del electorado», asegura Alci Maldonado, presidenta de la organización partidista Asamblea Nacional Hispana Republicana.
Y un tema particularmente importante para los inmigrantes es la posibilidad de conseguir trabajo. Romney ha defendido así una política migratoria que potencie la inmigración legal, y quiere que que los extranjeros altamente cualificados obtengan la residencia.
Aborto y matrimonio homosexual, las grandes diferencias
Romney es un conservador convencido en ambos aspectos, dado que profesa la religión mormona. Se ha mostrado totalmente en contra del aborto, excepto en casos excepcionales de violaciones o para salvar la vida de la madre. Algunos estados gobernados por republicanos ya ponen límites parecidos a la legislación federal, donde es legal, y que Obama quiere mantener y ampliar para que el seguro médico sufrague los anticonceptivos.
Similar posición tienen sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, permitido en seis estados y en Washington, la capital. Obama ha sido el primer presidente en mostrarse a favor públicamente, aunque lo defiende a título personal y no como programa de partido. Romney no reconoce el matrimonio que no sea entre un hombre y una mujer.
El cambio climático divide a los candidatos
Obama y Romney sostienen dos proyectos antagónicos sobre medio ambiente y política energética. El republicano niega los efectos humanos sobre el calentamiento global, criticando las medidas del presidente para impulsar energías renovables que van contra el sector privado. Su propuesta de más peso es la ampliación del oleoducto Keystone XL, que recorre el país de norte a sur, que está paralizada por la administración Obama por razones medioambientales.
El presidente de EEUU tampoco ha podido regular las emisiones de dióxido de carbono en fábricas, después de que la ley no pasase por el trámite en el Congreso. A su favor cuenta con haber duplicado la producción de energía verde, mientras ha situado al país como el tercer productor de petróleo. Obama promete crear 600.000 puestos de trabajo en el sector hasta 2020, en defensa de una menor dependencia energética del extranjero.