En efecto así es. Por ese motivo, se recomienda un periodo de reposo (de la actividad deportiva) previo a la realización de una analítica, de 24 horas. Para los deportistas de alto nivel, ésto es difícil de conseguir en algunas ocasiones, de modo que se les sugiere que realicen un entrenamiento de tipo aeróbico, de baja intensidad y duración moderada, en ningún caso extenuante. Pero las personas que realizamos ejercicio físico por afición o por salud, sí debemos intentar respetar esas 24 horas previas.
¿Qué parámetros se alteran? Como norma general, todos. Podemos encontrar variaciones en los glóbulos rojos, leucocitos (sistema defensivo) plaquetas y todo el sistema de coagulación, las transaminasas del hígado –GOT, GPT, GGT- la bilirrubina, ácido úrico, urea, creatinina, lípidos (son las grasas del organismo) como el colesterol total y sus fracciones HDL y LDL (lo que se conoce como “colesterol bueno” y “malo”) y los triglicéridos, la glucemia (cantidad de azúcar en la sangre) y prácticamente en todos los iones del cuerpo: sodio, potasio, magnesio, calcio, etc.
En resumen, si el día antes de realizarte un análisis de sangre y/u orina realizas un ejercicio físico intenso, podrán diagnosticarte erróneamente de problemas de hígado, riñón, infartos de corazón, anemia, trombosis, diabetes…
Seamos razonables.