La reforma sanitaria en Estados Unidos, promesa estrella de Barack Obama para su primera legislatura como presidente, está ahora en manos del Tribunal Supremo. Los nueve magistrados que lo componen tendrán que aceptar la constitucionalidad de la misma, aunque no la juzgará en su totalidad. El alto tribunal decidirá así sobre cuatro puntos de la reforma, los que han denunciado los fiscales generales de 26 estados del país.
La decisión es vital para un país con casi 50 millones de personas sin cobertura médica. Por este motivo, han otorgado tres días para escuchar las razones de los defensores y de los detractores de la reforma, una ley que podría tener gran influencia en las elecciones presidenciales de noviembre. Se considera ya una de los temas más políticos con los que ha tenido que lidiar el tribunal en los últimos años.
No obstante, la cuestión más importante que deberá estimar el Supremo, cuya sentencia se espera para antes de los comicios, es el conocido como »mandato individual». En resumen, se establece la obligación a partir de 2014 de que todos los estadounidenses compre un seguro médico y, en caso de no hacerlo, serían multados. Quien tenga trabajo, se lo pagará la empresa como hasta ahora, quien no pueda pagarlo, recibiría una ayuda. Otros podrían optar por pagar la sanción que, como hacen en los estados que la han aprobado, porque sale más barata que una póliza sanitaria. La cuestión importante es que nadie se quedaría sin la necesaria asistencia médica.
El objetivo de Obama para impulsar la reforma sanitaria, muy adelgazada tras su paso por un Congreso con mayoría republicana, se centra en la cobertura sanitaria universal. Aunque también es el único cambio de peso en la ley sanitaria que conserva de su propuesta inicial. Por ello, el proyecto pretende también reducir los costes de los seguros, dado que las aseguradoras han elevado las cuotas haciéndolas inaccesibles a buena parte de los estadounidenses.
Una cantidad de población mayor que toda la población española. Las compañías de seguros pusieron precio a su beneplácito: 75 mil millones de dólares de pérdidas asociadas a las personas que no tenían un seguro. Para compensarlo, subían las cuotas anualmente cerca de mil dólares. Obama ha visto el filón y está dispuesto a poner fin a esta desigualdad, otorgándoles la garantía de que todos los estadounidenses compren sus servicios. A cambio, las compañías deberían rebajar los precios. Y aceptar que personas con enfermedades previas puedan contratarlo, cuestión que en estos momentos rechazan sistemáticamente las aseguradoras.
Empate técnico en el Tribunal Supremo
Con todo, la división entre conservadores y liberales en el Supremo puede tirar por la borda la última oportunidad de Obama. Si declaran inconstitucional el mandato individual, las aspiraciones del presidente norteamericano para cumplir su principal promesa electoral se desvanecerían. Una opción que, a la vista de las preguntas de los jueces durante las sesiones, no se descarta.
Una de las personas que estuvo en la sala de audiencias, el senador republicano de Utah, Mike Lee, cree muy probable que cuatro de los magistrados conservadores, de los nueve que lo forman, voten contra el seguro médico obligatorio. Uno de ellos, John Roberts, ha sido el que se ha mostrado más indeciso, aunque los medios locales lo sitúan más cerca de la inconstitucionalidad.«Ha sido como un choque de trenes para la administración Obama. Esta ley parece que será derribada», aseguraba a las puertas del tribunal el corresponsal legal de la CNN, Jeffrie Toobin.
«No diría que los jueces sean predecibles pero, en base a las preguntas que hizo, por ejemplo, el juez Samuel Alito se ve con mucho escepticismo que pueda exigirse la compra de cualquier seguro médico», sentencia Lee. Y es que la mayoría de detractores de la reforma son republicanos y grupos conservadores afines, que argumentan que el Gobierno federal «se ha pasado de la raya» al exigir que los estadounidenses adquieran un producto contra su voluntad.
El favorito de los republicanos, Romney, aprobó en su Estado el seguro médico obligatorio
Una ironía, pues la oposición norteamericana lideró la idea inicial del mandato individual. Y no cualquiera. El favorito de los republicanas para ser el candidato presidencial contra Obama, Mitt Romney, reniega ahora de la medida cuando fue el primero en ponerla en práctica. Siendo gobernador del estado de Massachusetts, aprobó el seguro médico obligatorio. Cuatro años después, considera que no es lo que necesita Estados Unidos.
Al igual que el resto de pretendientes en la carrera republicana. Todos han prometido que lo primero que harán al pisar la Casa Blanca, si ganan, será tumbar la reforma sanitaria. A pesar de ello, que la medida se apruebe no significa que vaya a ser negativo para los republicanos. Sin duda, se convertirá en un arma electoral para arengar a sus filas contra una ley que consideran »inmoral».
“El Congreso no tiene en absoluto competencias para obligar a los ciudadanos a participar en ningún mercado”, declaró el abogado de los 26 demandantes, Paul Clement. Y aunque ellos la impulsaron en su momento, sólo fue una reacción de los conservadores contra un proyecto demócrata que pretendía hacer pública la gestión sanitaria.
Gane o pierda, Obama también la utilizará en las elecciones
El »mandato público» ha cambiado de bando en apenas unos años. Los promotores son los mismos que quieren derogarla, mientras los que se oponían en un primer momento lo ven como un triunfo, escaso, pero una victoria al fin y al cabo que les daría fuerza para las presidenciales. “La Ley de Cobertura Sanitaria Asequible responde a un problema fundamental en nuestro sistema sanitario y en nuestra economía. Pero es insuficiente para el 80% de los americanos, que no consiguen una cobertura efectiva”, declaró en su presentación de la defensa el abogado general del Estado, Donald Verrilli. A pesar de la voluntad mostrada, la ley ha perdido parte de su contenido, defendida por unos y después por otros, para convertirse en una cuestión de partido.
Si el Tribunal Supremo la declara finalmente inconstitucional, Obama podría utilizarla para intentar recuperar la mayoría en el Congreso de EEUU y aspirar a una vieja reivindicación: que sea el gobierno quien tenga el control sobre la sanidad, según apuntan varios diarios estadounidenses. Sea como fuere, lo importante para los demócratas es que Obama pueda volver a esgrimir su famoso eslogan »Yes, We can» (»Sí, podemos»), y gobernar su segunda legislatura con más margen de maniobra política.