Pocas uvas, excepto las de los andaluces, se han quedado este año en el plato. ¿Por qué? Desde 1997 el reloj de la Puerta del Sol tarda tres segundos entre campanada y campanada.
«Puedo prometer y prometo que no toco el tiempo entre las campanadas desde 1997», asegura a Teinteresa.es Jesús López-Terrados, responsable del mantenimiento del reloj de la Puerta del Sol desde hace 18 años.
La sensación de que las campanadas van más despacio es, según López-Terrados, algo muy personal, a lo que además podemos sumar la decisión de La 1, cadena donde vieron las uvas el 45,6% de los espectadores, de poner doce números guía debajo del reloj que iban desapareciendo según sonaban las campanadas.
Javier confiesa que ningún año el reloj le ha dado ningún susto. Todos los sábados del año se encarga, junto a los hermanos Pedro y Santiago Ortiz Rey de engrasar la maquinaria.
Ya sin tanto mirón, cada sábado sobre las doce de la mañana el reloj está siendo revisado. Y lo hace desde 1997, año en el que todavía él no se hacía cargo del reloj pero que recuerda por el ritmo frenético al que se tomaron las uvas… los que pudieron. «El edificio estaba en obras», exculpa al antecesor.
Ese año muchas uvas se quedaron en el plato porque las campanadas sonaron más rápido que nunca. Pero una y no más. Desde 1997 cualquier campanada de cualquier hora y cualquier día tiene tres segundos de diferencia entre sí. «Se decidió ese tiempo pensando un poco en la familia, para que tanto los más pequeños como los más mayores se puedan tomar las uvas sin problemas», asegura.
Las que este año sí se han quedado en el plato fueron las uvas de 200.000 espectadores que decidieron despedir el año en Canal Sur. La cadena, justo cuando empezaba a sonar la primera campanada, cortó para emitir publicidad y no volvieron hasta la novena.