«Gracias España, os quiero, os quiero, os quiero». Así recogía Taylor Swift el premio 40 Principales a mejor artista internacional, y claro, se metía al público en el bolsillo de manera inmediata. Vestida de blanco y con un escotazo de vértigo, la cantante sería una de las últimas en actuar provocando más de una siestecita entre el público más joven (que era muy numeroso en el Palacio de Deportes de Madrid). Los encargados de entregarle el galardón fueron los chicos de Moto2 y a más de uno se le fueron los ojillos al escote de Taylor. Doy fé.
Pero Taylor Swift conquistó incluso siendo más de las doce de la noche. Se cambió de traje y se colocó unos bonitos zapatos planos de cristales al más puro estilo »Mago de Oz», un top rojo y unos shorts negros, y salió al escenario para entonar, sólo acompañada de su propia guitarra, »Love Story», y para sernos francos, nos puso la piel de gallina a más de uno con su voz aterciopelada. Después, Taylor lo dió todo con bailarines, una delicada coreografía (nada que ver con lo que hacen otras divas del pop como Rihanna), fuegos artificiales y confeti, nos regaló su archiconocida »We are never ever getting back together» y el público estalló cantando y bailando para acompañar a la de Nashville.
La emoción de Alicia Keys
Pero sin duda uno de los momentos más emotivos de la gala fue la actuación de Alicia Keys. La neoyorquina demostró su chorro de voz en directo (nada de playbacks), movió las cadenas y se sentó al piano enmudeciendo al público con una voz que ya quisieran muchas. Cantó »Brand new me» con 5 bailarines a modo de guardaespaldas y también »Girl on fire», momento en el que las lágrimas brotaron de los ojos de los más sensibles. Pero claro, ya que había venido, la organización se »sacó de la manga» el premio mejor compositora americana de la década para que no se fuera con las manos vacías. En la gala estaba también Alejandro Sanz y ambos subieron de nuevo al escenario para hacernos entonar el »ohohoh» de su »Looking for paradise» y hasta le cantaron el cumpleaños feliz.
La humildad de Alejandro Sanz
Ana Pastor fue la encargada de entregarle al »monstruo» (como ella dijo) de Alejandro Sanz el premio al mejor artista del Siglo XXI por su trayectoria. Y es que las cifras en la carrera del madrileño dan vértigo. Sanz se emocionó y dedicó el galardón a sus hijos y su madre, provocando el mayor aplauso de la ceremonia más marchosa de la música. Luego salió a cantar, que es lo suyo. Empezó con »No me compares» y continuó con »Mi marciana», tema en el que le acompañaron Leire de La Oreja de Van Gogh, la cubana Chila Lynn y Bebé. Lástima que los micrófonos de las tres cantantes no estaban abiertos y no pudimos escucharlas ni un poquito.
Pero Alejandro tenía más reservado. También le dieron el premio a mejor album y ahí ya sí que demostró porque es el artista más grande del siglo, el milenio y lo que le echen. Dedicó su premio a su fans y a Pablo Alborán (también premiado y una de las actuaciones con más sentimiento de la noche), el que muchos dicen que es su sucesor. «Para mí es un orgullo compartir categoría con un artista como Pablo. Te doy las gracias por hacer lo que haces», dijo. Alejandro Sanz, humildad y sencillez que sólo tienen los más grandes.
El mundo de la tele se cuela en la gala
Los »entregadores» de premios fueron un ir y venir de rostros conocidos del mundo de la televisión y la música. Sandra Barneda, Christian Gálvez, los protas de »La que se avecina», Ana Pastor, Malú (que no se había aprendido el guión y tuvo que leerlo enterito), Sergio Ramos (que impactó con un discurso aprendido de memoria de lo más coherente), el guapísimo Jose Mari Manzanares, el actor Álex García (con un esmoking con falda y uno de los que más bailó en la grada VIP), fueron algunos de los que salieron al escenario y, con más o menos gracia, entregaron los galardones.
El fin de fiesta lo puso, cómo no, David Guetta (que se llevó el premio al mejor album internacional por »Nothing but the beat 2.0»). El fiestón había comenzado y la gente saltaba y bailaba como si no hubiera un mañana. Y es que sólo Guetta es capaz de levantar los ánimos tras tres horas y media de gala y despedirse con un »Nos vemos en Ibiza».