El visto bueno de Bruselas está subordinado a la cesión de una serie de actividades comerciales en Reino Unido, Irlanda, Suecia y Países Bajos, donde la operación hubiera provocado la eliminación de una presión competitiva creíble sobre la compañía resultante.
Las medidas correctivas propuestas por las empresas acaban con este riesgo y evitarán un aumento de precio para los consumidores, según ha dicho la Comisión.