El mejor año de su existencia puede ser el peor de sus más de ocho años de historia. El bitcoin (BTC) se enfrenta al momento más determinante desde enero de 2009: el próximo 1 de agosto se renegocia el Blockchain -reglas por las que se rige- y algunos expertos y foros de inversores especializados aconsejan desertar hacia otros tipos de criptomonedas.
El bitcoin había triplicado su valor desde inicios de 2017 (900 dólares) hasta los 2.760 dólares alcanzados el pasado 23 de julio. Tiene todos los elementos para ser un buen producto financiero: número limitado de unidades en circulación, expansión y reconocimiento como método de pago y garantía de privacidad de su uso porque no deja huellas. Incluso bancos de inversión del nivel de Goldman Sachs recomienda a sus clientes que inviertan en esta moneda virtual.
Pero lo cierto es que el 17 de julio cayó en picado por debajo de los 2.000 dólares y cuanto más se acerca la fecha apocalíptica, los patrones se vuelven a repetir. Expertos como Bobby Lee, CEO de la casa de cambio de criptomonedas BTCC, aseguran que se trata de una “volatilidad normal”, debido a que “se trata de un mercado que da sus primeros pasos y los precios todavía no están fijados”. Sin embargo, nadie sabe con certeza lo que va a ocurrir y los más hipocondriacos están dirigiendo sus inversiones hacia otras variedades de moneda virtual.
Estas son algunas de las alternativas al bitcoin más sólidas.
Ether o ethereum
Es la opción más potente después del bitcoin. Su valor no solo se fundamenta en pagar o especular con él, al igual que cualquier moneda, sino que se basa en su tecnología ethereum. La criptomoneda, además de poder transmitirse de forma segura y anómina, es ilimitada. Esta característica favorecerá a que el precio y su volatilidad sean más estables.
Litecoin
Hasta la aparición de ethereum, fue la segunda divisa online con más prestigio en el mercado; si el bitcoin era el oro, el litecoin era la plata de las criptomonedas. Nació en 2011 con 21 millones de unidades -el bitcoin tiene con 16- y ha estado muy ligada desde entonces a su hermana mayor. Sus puntos fuertes son la velocidad de transmisión y su alta estabilidad, ya que permite el arbitraje ni las especulaciones, pero ambas características la convierten en menos atractiva para los inversores.
Ripple
Es el primer proyecto de divisa virtual de la banca tradicional. Surgió de un acuerdo entre la startup Ripple y el apoyo económico del Banco Santander UK. Los clientes de la entidad bancaria en 21 países europeos más Estados Unidos fueron los primeros en utilizarla y cada vez más bancos se van uniendo al proyecto. Sin embargo, no es de dominio público -elemento característico de las criptomonedas- y su precio es muy inferior al de sus rivales. Los analistas auguran un alto potencial, debido a que ofrece la posibilidad de hacer transacciones transfronterizas respaldadas por el Banco Santander.
Dash y monero
Las dos divisas pueden unirse bajo una categoría, además de detentar un similar índice de capitalización. Su particularidad es el total anonimato de las transacciones: es imposible rastrear el origen del dinero. Al igual que pasa con el litecoin, su característica principal es también su mayor hándicap. El hecho de que no se pueda conocer el recorrido de los capitales obligará a las autoridades legislativas a limitar las cantidades. Ambas son muy utilizas en la ‘deep web’ o ‘DarkNet’ y tienen como finalidad “convertirse en el dinero de bolsillo de los usuarios”, según ha reconocido el desarrollador del dash, Evan Duffled.
Si la comunidad del bitcoin no apoya el movimiento del próximo 1 de agosto, estas divisas virtuales comenzarán a sonar con mayor fuerza. Pero el fork o bifurcación es inevitable: el BTC ha dejado ser útil para el propósito con el que fue creado, es decir, permitir el envío de dinero entre personas a cualquier parte del mundo con comisiones ínfimas.