La gran explosión que se ha producido este martes en el puerto de Beirut ha dejado, por el momento, al menos 135 muertos, 5.000 heridos, y daños generalizados en toda la ciudad. El gobierno libanés apunta a un cargamento de 2750 toneladas de nitrato de amonio almacenado en el puerto «sin medidas de seguridad» como posible causa de la detonación. Además, algunos videos publicados en internet muestran una segunda explosión, mucho más grande, que provoca una nube con forma de hongo y varios edificios han sido destruidos como consecuencia de la onda expansiva.
Los equipos de rescate buscan durante este miércoles supervividntes entre los escombros y Cruz Roja ya ha advertido de que probablemente la difra de fallecidos será mayor. Ya se trata de la mayor catástrofe sufrida en años en la capital de Líbano. Por otro lado, el personal de World Vision, que se encuentra evaluando el daño causado en la zona, asegura que es «uno de los «momentos más difíciles que el país ha tenido que enfrentar».
«Estamos realmente preocupados por las familias y los niños que viven en las áreas afectadas. En esto momentos estamos tratando de dar cuenta de aquellos con quienes trabajamos, y evaluar el impacto que las explosiones han tenido en ellos. Este desastre no ha podido llegar en peor momento; Líbano se encuentra en medio de una crisis económica y también ha visto como la tasa de infecciones por COVID-19 ha aumentado drásticamente en las últimas semanas», explica Josephine Haddad, Gerente de Comunicaciones de World Vision Líbano.
La explosión en la capital libanesa ha sido registrada por los sensores del Instituto Geológico de Estados Unidos como un terremoto de magnitud 3,3 y la ciudad ha sido declarada «siniestrada. La onda de choque se sintió hasta en la isla de Chipre, a más de 200 kilómetros de distancia.
Por su parte el primer ministro, Hassan Diab, ha decretado para este miércoles un día de duelo nacional y prometió que los responsables “rendirán cuentas”.