La familia del vasco Pablo Ibar, que lleva dos décadas entre rejas y 14 años en el corredor de la muerte en EEUU, está convencida de que hay pruebas para que haya un juicio justo y vive con determinación el largo y tormentoso proceso penitenciario y judicial, desde que en mayo de 1997 fue condenado por un triple asesinato.
Andrés Krakenberguer, responsable de la asociación que lucha por librarle de la pena capital, asegura que sus familiares, su padre Cándido que se ha trasladado hasta Florida, su esposa Tanya o su hermano Michael, están “satisfechos” con la vista oral que ha acogido este martes el Tribunal Supremo de Florida, para estudiar el recurso de apelación en el que se demanda un nuevo juicio.
“No están ni pesimistas, ni optimistas. Sino que viven con determinación el proceso, sabiendo las irregularidades que ha habido en los procesos judiciales y que no hay pruebas que sustenten la condena”, explica Krakenberguer.
No se encontró su ADN no en el lugar del crimen
Ni las huellas dactilares, ni el ADN recogido en el lugar del crimen coinciden con su perfil genético. Pablo, que tenía 21 años cuando fue arrestado, se ha enfrentado a tres juicios, de los que dos se declararon nulos, una vez porque el jurado no se puso de acuerdo con el juicio, y la segunda por irregularidades con su abogado –fue detenido por violencia machista.
“Hay pruebas que señalan que el juicio debe repetirse sí o sí. El abogado que tuvo Pablo en el juicio fue un incompetente; el reconocimiento fotográfico es muy débil, y lo más importante, su ADN no está en el lugar del crimen”, señala el representante del colectivo contra la pena de muerte.
La familia arrastra “muchos años de sufrimiento”, pero mantiene viva la determinación para defender un nuevo juicio. Mientras, Pablo mantiene la mente activa, cuida su salud y conserva el ánimo. “Su abogado alucina con él. Pablo se preocupa por estar bien, físicamente se cuida en la hora que sale al patio cada día y estudia bien su caso”.
Sus allegados han conseguido ayudas para costear el proceso judicial, a través de la asociación contra la pena de muerte que lleva el nombre de Pablo Ibar. En 2013, recibieron 80.000 euros para asesoramiento legal y para ayudar a otros presos en situación familiar. Hoy, Pablo es el único ciudadano español condenado a muerte, pendiente de la ejecución.
En un año habrá resolución judicial… pero no será definitiva
El recurso ante el Supremo no es definitivo. La resolución no se sabrá hasta dentro de un año. Si el fallo fuera en contra de un nuevo juicio, su defensa podría recurrir ante un tribunal federal y como última instancia, el Supremo de EEUU.
Pablo y su familia saben lo que es reponerse de un varapalo judicial. En 2012 un juez rechazó la revisión de la condena. Ahora, el caso está en manos de un tribunal con siete magistrados.
La familia del vasco Pablo Ibar, condenado a muerte en EE UU, se ha mostrado esperanzada, también con cierto temor, ante la audiencia de apelación que tendrá lugar el martes ante el Tribunal Supremo de Florida, después de que en 2012 se denegara en otra corte la revisión de la condena.
«Pablo está muy positivo y esperanzado en que el Supremo de Florida le conceda un nuevo juicio, aunque es un asunto que da miedo, algo natural, porque no sabemos qué van a decidir”, ha dicho a Efe Tanya, esposa de Ibar. Tanya contrajo matrimonio cuando él ya estaba en prisión. Ibar, de 42 años, que tiene la doble nacionalidad española y estadounidense, fue condenado a muerte por el asesinato de tres personas, el dueño de un local nocturno y dos modelos, cometido en 1994.
Su defensa, ejercida por el abogad Benjamin Waxman, recuerda que Pablo fue condenado con un elemento muy endeble: un vídeo en blanco y negro grabado por las cámaras de seguridad de la casa del dueño del club nocturno, en que aparecen dos individuos con el rostro cubierto buscando objetos de valor.