La trágica muerte de Piermario Morosini, mientras disputaba un partido de fútbol, mantiene conmocionada a Italia. Los detalles sobre su drama personal –perdió a su madre con 15 años, a su padre con 17 y poco después a su hermano- intensifican las muestras de dolor en el país.
La única persona que le quedaba a Piermario era su hermana mayor, María Carla, «con una enfermedad mental y física muy comprometida», según aseguran desde la residencia sanitaria »Luigi Palazzolo», donde se encuentra ingresada por una discapacidad mental. María Carla ya conoce la fatídica noticia, confirman desde el centro, aunque prefieren mantenerla alejada del suceso.
Piermario vivía desde hace años lejos de Bérgamo, su lugar natal y donde se encuentra su hermana, a donde regresaba ocasionalmente para visitarla. Su vida como futbolista le impedía estar con ella más tiempo, pero no para cuidarla haciéndose cargo de su costoso internamiento.
Ahora serán el Atalanta y el Udinese, clubes que marcaron la carrera de su hermano, quienes asuman su tratamiento. Para suplir su falta, algunos parientes lejanos que viven en Pagazzano, a 30 kilómetros de la residencia en Grumello del Monte, van a verla de vez en cuando, según el diario local »Il Giorno Bergamo».
María Carla vive bajo los cuidados de la Congregación de Monjas para los Pobres que se encargan del funcionamiento del »Instituto Luigi Palazzolo». La residencia privada acoge «a personas con graves limitaciones personales, tanto en lo que respecta a la autonomía en las funciones físicas y psíquicas, que necesitan de soportes asistenciales y educativos específicos, así como de prestaciones sanitarias y rehabilitación», según la información del centro.
La hermana del jugador italiano necesita un cuidado constante, una atención que recibe en esta residencia ubicaba en el Palacio Camozzi Vertova, que data del siglo XVI.