Alfredo Pérez Rubalcaba dijo ayer que el PSOE sale más fortalecido y unido del Congreso, apoyándose en el dato de que su ejecutiva ha salido apoyada por el 80% del partido. Por tanto, su equipo, ha contado con un 30% más de apoyos que su designación como secretario general, que sumo el 51% de los avales y logró solo 22 votos más que Carme Chacón. Sin embargo, su antecesor, José Luis Rodríguez Zapatero, logró en el Congreso 35 un apoyo más amplio a su dirección, el 90,2%, y eso que fue elegido líder del PSOE con un resultado más ajustado: obtuvo solo nueve votos más que su adversario José Bono.
Menos apoyo obtuvo la ejecutiva de Joaquín Almunia en el Congreso 34 celebrado en 1997. Recogió los avales del 73% de los delegados. Mientras, Zapatero logró en los tres congresos respaldos contundentes: 90,2 en el año 2000; 96,10 en 2004 y 98,92% en 2008.
Pese a esto, Rubalcaba aseguró en el discurso de clausura que el PSOE ha empezado ha escenificar la unidad y el cambio, y que sale de esta cita política «más fuerte», con un «cambio de óptica» y preparado para desempeñar una oposición útil y de sentido de Estado.
Pero el sector »chaconista» no ocultó su enfado ante la nueva dirección del partido. El PSC expresó su malestar en los círculos privados, y tacharon de «irrelevante y mínima» la presencia de dos vocales, José Zaragoza y Esperanza Esteva. La designación de José Antonio Griñán como presidente del partido no evitó el malestar entre los partidarios de la exministra.
Tomás Gómez fue una de las voces de los desencantados con la nueva ejecutiva. El líder del PSM atacó a Rubalcaba -con el que ha mantenido discrepancias sonadas- poniendo en duda su criterio de integración. «Está claro que cada uno tenemos un concepto distinto de integración. Rubalcaba ha aplicado el suyo».
También fue crítico el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, quien aseguró que el nuevo secretario general «debería haber hecho un mayor esfuerzo de integración» en la conformación de la lista, pues «hubiera sido mejor para él y para el partido».
Para el exministro de Trabajo Celestino Corbacho, «está claro que Rubalcaba ha optado por hacer la ejecutiva con gente de su confianza», y expresidente de Castilla La Mancha José María Barreda confesó que le hubiera «gustado que hubiera más integración».
Por contra, José Bono, el derrotado en el Congreso 35, calificó de «inteligente» la designación de Griñán como presidente del partido, y afirmó que «los que han perdido tienen que someterse», como su equipo hizo cuando Zapatero fue elegido líder del PSOE.