No tenía fácil el PP salir indemne de un martes y 13 propicio para la conjunción planetaria de los astros de la corrupción y la torpeza política. Rita Barberá, Jaume Matas, Luis de Guindos… Todos convergieron este martes y se precipitaron como meteoritos sobre la sede Génova, señalada por el fatídico número 13 también. Y, en concreto, sobre la cabeza de un hombre, la de su presidente, Mariano Rajoy. Llegó a la investidura con el lustre de nuevos socios y a solo siete escaños de la mayoría absoluta, pero desde su derrota se le amontonan los acontecimientos que ponen en peligro la posibilidad de seguir contando con aliados en futuras tentativas. En jerga deportiva, podría decirse que el PP está inmerso desde entonces en una crisis de juego y resultados.
El martes y 13 se le iba a atragantar al PP desde el desayuno. Se lo servía “El Mundo” en portada: Jaume Matas pacta con el fiscal confesar sus delitos a cambio de no ir a prisión. ¿Qué está dispuesto a cantar el expresidente de Baleares para eludir la cárcel? ¿En qué medida salpicará al PP? Según el periódico, el expresidente balear estaría dispuesto a contar al juez que la mayor obra pública de las islas fue adjudicada a OLH por instrucción directa de Génova, y así se lo trasladó el extesorero Álvaro Lapuerta, quien por cierto, también este martes, vio cómo se archivó por «demencia sobrevenida» la causa en su contra dentro de la Gürtel.
El meteorito más grande cayó sobre Génova 13 a media mañana. El impacto fue sonado: el Tribunal Supremo abría causa penal contra Rita Barberá por fraude de capitales. La decisión no supone, de momento, la investigación (antigua imputación) de la exalcaldesa de Valencia. Pero llegaba en el peor momento, con Rita Barberá subida en el AVE en dirección a Madrid para tomar posesión en el Senado como vocal en dos comisiones. Barberá tuvo que dar media vuelta para evitar una foto no deseada. Dos senadores del PP tomaron posesión de las vocalías que iban a corresponder a Barberá.
Albert Rivera no tardó en saltar a la yugular del ministro de Justicia, Rafael Catalá, cuando éste apuntó que la responsabilidad de la senadora solo podía exigirse cuando hubiera “una comprobación de los hechos”. «Le invito a que lo lea porque está incluido en el pacto, que firmó de su puño y letra Rafael Hernando. ¡Y ya sabemos lo fan que es de Ciudadanos!», ironizó Rivera.
Horas después, ante sus diputados, lanzó el misil contra el PP: «Si el PP quiere que Ciudadanos se comprometa en una investidura, tendrá que hacer dimitir a Rita Barberá. Si la imputan, que es lo previsible, vamos a pedir su dimisión».
El PP fue un hervidero todo el día. Aunque Barberá no está formalmente investigada aún, el daño político es inevitable desde que el Tribunal Supremo comunicó su decisión. Alberto Núñez Feijóo, como sucediera con el caso Soria, es el más inquieto. Está en plena campaña para defender la mayoría absoluta del PP en Galicia. Cuatro días tardó Rajoy en rectificar la designación del exministro canario para el Banco Mundial… ¿Dimitirá Barberá por si sola? ¿Tendrá que forzarla el presidente? «Ella sabe la situación del partido, sabrá estar a la altura», pronosticó Alberto Fabra, ex presidente de la Generalitat Valenciana.
A media tarde llegó el ministro de Economía, Luis de Guindos, al Congreso para explicar su versión del “caso Soria”. No es éste un caso de corrupción, según la definición acuñada por Ciudadanos y el PP: enriquecimiento personal ilícito o financiación ilegal. Escandaliza, en cambio, el procedimiento discrecional utilizado, que vedaba el cargo a otros altos funcionarios del Estado, y la oportunidad política de la designación para el puesto de un exministro que tuvo que dimitir por no saber explicar su participación en sociedades domiciliadas en un paraíso fiscal. El ministro de Economía no reconoció errores: Soria era el candidato ideal y como tal lo defendió ante una oposición que no le creyó.
La jornada fue espléndida, por el contrario, para Pedro Sánchez, en su carrera por la supervivencia. El tiempo, ese aliado que siempre fue de Rajoy por su maestría en el manejo del mismo, según su exégetas, lo es ahora del dirigente socialista. Desde que tumbó a Rajoy en la investidura no ha tenido más que sentarse a ver cómo errores del presente y latrocinios del pasado le arman de argumentos ante Ciudadanos y Podemos para enjaretar su alternativa de cambio: «¿Qué razones necesitan aquellos partidos que se presentaron el 20 de diciembre y el 26 de junio diciendo que iban a cambiar la vida política en España y que iban a regenerar la vida democrática en nuestro país para dejar atrás los vetos y poner en marcha un Gobierno regeneracionista y de cambio en nuestro país? ¿Qué más razones? Ninguna, ninguna», dijo ayer.
Todo esto en un solo día. Un 13 y martes ¿para olvidar en el PP?. Pues en dos semanas comienza el calvario de los juicios de la Gürtel y las tarjetas black de Caja Madrid. Más madera.