Decenas de miles de personas tomaron las calles de Burkina Faso para exigir la dimisión del presidente de Burkina Faso, Blaise Compaoré. En solo 24 horas estalló la primavera negra en África. Y en solo 24 horas, el presidente ha tenido que abandonar su puesto. Su idea de permanecer en él cambiando de nuevo la Constitución fue contestada con la quema del Parlamento. Tras 27 años en el poder, al que llegó hablando de democracia, Blaise Compaoré, ya no manda en Burkina. El hombre de occidente y del FMI no ha podido esta vez con una rebelión que ya se ha cobrado decenas de muertos y que empieza a meter miedo a Occidente.
Uno de los testigos en el país africano, el misionero Manolo Gallego cuenta a www.teinteresa.es que la gente teme solo una cosa que al menos con Compaoré no pasaba: que se instaure la violencia en el país. “Si la situación se alarga, puede ser terrible”, cuenta, nervioso ante el futuro vía telefónica.
El país vivió el jueves un día de caos, con el incendio del parlamento y el asalto a la televisión pública, que provocó la intervención de los militares. El jueves por la noche se oyeron disparos cerca de la sede de la presidencia, vigilada por soldados de la guardia presidencial que impedían el acceso al edificio. El balance de los disturbios sigue siendo incierto. Según la oposición, los enfrentamientos dejaron unos treinta muertos y más de cien heridos, aunque no precisó si el balance se refiere a la capital, Uagadugú, o a todo el país.
«Me voy para preservar la democracia y la paz social en el país», dice el presidente en un comunicado sin dar la cara
A primera hora de este viernes, Blaise Compaoré anunciaba que abandonaba el poder, tras 27 años como líder del país, en un comunicado que leyó una periodista en una televisión local. «Con el fin de preservar los logros democráticos y la paz social en nuestro país declaro que dejo el poder para permitir una transición que traiga elecciones libres y transparentes en un plazo máximo de 90 días», reza el comunicado.
Manolo se encuentra a 470 kilómetros de la capital en la congregación de los Padres Blancos. Desde allí explica que el la participación en las protestas se extiende por todas la principales ciudades del país. En el centro urbano, los servicios básicos están interrumpidos. “Las escuelas están cerradas y la gente no va a trabajar”, explica.
No obstante, en los suburbios de la ciudad se respira calma. “El toque de queda se respeta. Nadie sale a partir de las siete de la tarde”. En general, “las protestas son pacíficas excepto, algunos exaltados que están saqueando los comercios. Por el momento, los daños materializares son escasos”, explica el misionero.
Burkina Faso, un caso parecido al de Mali y Costa Marfil
Manolo vivió las revueltas de Mali en 2011 y 2012. El esquema como en ocurre en muchos países africano fue el mismo que el de Burkina Faso. En aquella ocasión, decenas de soldados del Ejército de Malí dispararon tiros al aire, tomaron la televisión y pública y echaron al presidente. Los militares aseguraron que no desean tomar el poder o echar al presidente, sino que reclaman más medios para hacer frente a la rebelión tuareg. El resultado fue que el presidente Amadou Toumani Touré fue derrocado. Dos años después el país vive sumido en el caos y bajo la amenaza de los yihadistas. El esquema de Burkina Faso es similar al de otros en África occidental como también es el caso de Costa de Marfil. Los tres casos comparten que sus presidentes se convirtieron en aliados occidentales y tras varios cambios constitucionales lograron perpetrarse en el poder como el ya mencionado caso de Mali y Costa de Marfil
Burkina Faso, un con más 16 millones de habitantes, no ha conseguido despegar económicamente. Es uno de los países con mayores índices de corrupción, analfabetismo y pobreza. Todos estos factores convierten al país africano en caldo de cultiva para los extremistas.
Tras la renuncia del presidente, Blaisé Comparé, el general retirado Kouame Lougué, que cuenta con un amplio respaldo popular y el apoyo de una parte del Ejército, se perfila como encargado de la transición. De que triunfe la transición y se ponga en marcha un proceso democrático, dependerá que los extremistas del norte de Mali encuentren el cultivo para extender sus tentáculos sobre otro país inestable de África Occidental