Colas y desabastecimiento, esa es la estampa a la que los venezolanos están acostumbrados y ahora ya no sólo afecta a los vivos, sino también los muertos, que tienen que hacer cola para ser enterrados. La escasez de la materia prima con la que se fabrican los ataúdes repercute en el sector, que ha visto reducida su producción en un 30%.
Láminas de metal, barniz y satín, un tipo de madera parecida al nogal, se suman a la lista de productos que escasean en Venezuela, donde algo tan básico como la harina, el papel higiénico o el café son casi imposibles de conseguir. Venezuela, uno de los países con las tasas más altas de homicidios, tiene dificultades para enterrar a sus muertos.
Anauco, la organización de defensa del consumidor, tiene acumuladas al menos 15 denuncias de personas que han tardado hasta tres días en conseguir un ataúd en Venezuela, donde a las muertes naturales hay que sumar los homicidios, cuya tasa calculada por Naciones Unidas es de 53 por cada 100,000 habitantes, la segunda tasa más alta del mundo.
Los materiales «para fabricar los ataúdes empezaron a escasear desde marzo, la producción va a la baja: un fabricante de Caracas hacía 1.000 mensuales, ahora entre 600 y 700”, explica a la agencia France-Press Tomás Rodríguez, presidente de la Cámara de Empresas Funerarias.
Además de alimentos y otros productos básicos como medicamentos, en el mercado faltan artículos inverosímiles como tapas plásticas, que pueden impedir la venta de botellas de agua o detergente líquido, o un simple botón para llamar a un ascensor, algo que obliga a los usuarios a cambiar de piso en los altos edificios de Caracas.
Los analistas atribuyen esta situación en el rico país petrolero, altamente dependiente de las importaciones, al control de precios y de divisas vigente desde 2003, que obliga a los comerciantes a solicitar dólares al Gobierno para importar, un engorroso proceso burocrático que puede durar más de un año.
Pero en un contexto de escasez de divisas como el actual, la situación se ha tornado más grave, pues desde hace meses muchos sectores no reciben suficientes dólares para importar los productos o las piezas para fabricarlos, lo cual ha disparado la escasez y, de paso, la inflación.
La Cámara de Empresas Funerarias se reúne esta semana con fabricantes de ataúdes para conocer la situación del sector, que depende de la lámina producida en Sidor, la siderúrgica estatal semiparalizada por problemas laborales. Otros materiales, como pintura, tornillos o lijas, se consiguen a cuentagotas. El sector de las piezas para automóviles es, por ejemplo, uno de los más afectados.
Los hombres sólo pueden comprar desodorante de mujer… y uno que no les gusta
En las tiendas de artículos de belleza, la frase que se escucha más a menudo es «No hay«. Las clientas buscan quitaesmalte, maquillaje, lápices de ojos y tintes para el pelo. “Hace meses que no tenemos ni acetona, ni maquillaje, desaparecieron. Hay tinte, pero sólo dos o tres colores”, dice una dependienta mientras muestra una estantería desbordada de cajas, pero todos del mismo tono.
El desodorante se encuentra tras mucho buscar, pero sólo de una marca, para mujer y conocido por su “bolita mágica”, pero que no es del gusto del consumidor “porque huele a »antaño»”. “Hasta los hombres tenemos que usar desodorante de mujer porque es lo que hay. Tampoco hay repuestos de afeitadoras, sólo nuevas al triple del precio”, se lamenta el presidente de Anauco.
Por su parte, la Red de Sociedades Científicas Médicas Venezolanas, organización que agrupa a 40 especialidades médicas y quirúrgicas, ha denunciado la escasez de productos y suministros y la falta de mantenimiento de los equipos médicos. Ha expresado que un gran porcentaje de éstos están dañados. Sólo en el Hospital Clínico Universitario de Caracas, se habrían dejado de hacer por lo menos 4.000 intervenciones y calculan que en todo el país la cifra asciende a 50.000.
Las estadísticas de la Asociación Venezolana de Clínicas y Hospitales indican que de los 239 productos, fármacos y equipos médicos de uso corriente, 200 no están disponibles por la interrupción de las importaciones. Los médicos advierten a medios venezolanos que se han incrementado las cirugías radicales, como las amputaciones de miembros, y han aumentado las cirugías abiertas ante la falta de medios, lo que conlleva mayores riesgos para el paciente. Mientras Venezuela tiene de media 20 procedimientos al mes para salvar extremidades, el número ha descendido este año a cinco.
Un informe de la asociación muestra que en el país la lista de carencias es larga. No se están realizando implantes cocleares, porque no los hay. Faltan kits para citologías, radiografías y reactivos para diagnósticos de sífilis, hepatitis y VIH, entre otros. Ni siquiera los médicos disponen de guantes, cepillos y batas suficientes para las intervenciones quirúrgicas.
La situación de los pacientes afectados por el virus del VIH es de las más críticas. El país se está quedando sin medicamentos antirretrovirales para tratar el virus, que afecta a cerca de 50.000 venezolanos. Grupos venezolanos sin ánimo de lucro afirman que miles de pacientes están viviendo sin la medicación necesaria que evita que el virus se convierta en sida.