El pan es uno de los productos básicos en la alimentación de cualquier país. En una nación desarrollada, disponer de una red de producción y comercialización de harina de trigo no resulta un problema. En los últimos días, sin embargo, Venezuela ha sufrido un desabastecimiento inédito en su historia: por primera vez, los ciudadanos del país latinoamericano han sufrido una escasez de pan que ha alcanzado el millón de sacos de harina de trigo.
Los desabastecimientos no son una novedad en la nación bolivariana, que periódicamente experimenta la falta de productos básicos como la leche, el aceite o el jabón. En estos momentos, de hecho, los periódicos también lo están pasando mal por la falta de papel de este tipo. La razón: la inestabilidad de la economía venezolana, que desde la llegada al poder de Hugo Chávez ha vivido continuas nacionalizaciones y problemas de gestión de la red de abastecimiento.
En esta escasez de pan han influido varios factores. La progresiva estatalización y mala gestión de las empresas alimentarias ha conducido a que compañías nacionales como Polar no den abasto en su producción de harina. A ello habría que unir el reciente conflicto que el Gobierno con Monaca, una empresa expropiada hace cuatro años por el régimen chavista, que se hizo con el control del 37% del mercado de la harina precocinada del país y donde ahora se está celebrando una huelga que paraliza parte de la producción.
El presidente de la patronal del sector (Fevipan), Tomás Ramos, señaló ayer que «la situación es crítica», pues la escasez del sector oscila entre el 30% y el 40%. «Esperamos que, en reuniones que se van a ir haciendo con el Ejecutivo, encontremos soluciones rápidas y por los caminos regulares, como tienen que ser», apuntó Ramos a los medios venezolanos.
Por el momento, y según ha informado Fevipan, se ha aceptado como «válida» la solución de importar 100.000 sacos de harina colombiana a través de la corporación CASA. También se especula con que se importe materia prima desde Canadá como solución provisional a la merma de harina, que podría durar entre mes y medio y dos meses.
La falta de harina no sólo ha afectado a las panaderías sino también a la industria procesadora de pastas alimenticias, que también están en manos del gobierno. Las pastas a precio regulado están escaseando en el mercado.
La desesperación se ha apoderado de los venezolanos que tienen que hacer largas colas para conseguir productos o recorrer varios establecimientos para llenar su cesta de la compra. Vivir en Venezuela es convertir el “por si acaso en por necesidad”, como explica Gabriela Arguello reside en Caracas que describe cómo los venezolanos comparten la ubicación de los supermercados que disponen de productos de primera necesidad. Desabastecimiento y violencia se han convertido en dos rasgos que definen a la patria venezolana que cada día está más polarizada y más hambrienta de armonía social.