Las últimas horas antes de la celebración del referéndum escocés centran el debate en el impacto económico que tendría la independencia escocesa. Dos de los principales bancos de la región, RBS y Lloyd’s, que cuentan entre ambos con 28.000 empleados, trasladarían su sedes sociales a Inglaterra si triunfa el ‘si’. Un elemento de presión más que se añade a la carta publicada a finales de agosto por 130 grandes empresarios que piden el ‘no’ a la independencia.
“El corazón tiene razones que la razón no entiende”, decía Pascal, pero en el caso escocés, el pragmatismo puede ser un factor fundamental. Los escoceses deberán votar pensando también en su bolsillo. El diario The Guardian publica hoy un artículo en el que en el sector inmobiliario, algunos agentes, advierten que con la independencia, obtener una hipoteca será más complicado. Algunos compradores ya habrían añadido una cláusula condicionando el cierre de la transacción al rechazo de la independencia. Según una fuente citada por el diario, el ‘sí’ crearía enormes problemas comenzando por la denominación en divisa y regulación de la hipoteca.
El Banco de Inglaterra ha advertido, además, que Escocia requeriría una cantidad de reservas, de las que no dispone de momento, para mantener un sistema monetario basado en la libra esterlina sin el acuerdo del resto del Reino Unido. Respondía así, a la idea lanzada por el líder independentista, Alex Salmond, que propone conservar la libra unilateralmente como Panamá ha hecho con el dólar.
Y no sólo eso, además se debería crear un nuevo fondo que garantizara los depósitos bancarios aunque a corto plazo el Banco de Inglaterra ya ha afirmado que mantendría su protección. Una Escocia independiente podría necesitar acumular una reserva por un valor de hasta 145 billones de libras. Apenas le alcanzarían los 15 billones en reservas que ‘heredaría’ con una partición proporcional de los fondos del Reino Unido.
Algunos medios británicos han llegado a comparar el efecto con el ‘miércoles negro’ de 1990 cuando la libra, acosada por un ataque especulativo, tuvo que salir del sistema de intercambio de divisas europeo. Sin ir más lejos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha advirtido sobre «la reacción negativa de los mercados a corto plazo» si gana la independencia.
Para mantener la solvencia del sistema, los dirigentes de una Escocia independiente deberían elegir entre recortar prestaciones sociales o aumentar impuestos, aseguran los defensores del ‘no’. Advierten además que la incertidumbre ya ha tenido un coste económico y que en los últimos dos meses ha habido una fuga de capitales, dos billones de dólares ya se habrían refugiado en territorio inglés.
La independencia, aseguran, tiene un coste demasiado alto en términos de trabajo, inversión y crecimiento. Mientras, Salmond, ya ha pedido que se investiguen cómo se han filtrado a los medios algunos documentos internos sobre los planes de contingencia de las entidades financieras. En una rueda de prensa, celebrada con motivo del aniversario de la consulta sobre la autonomía en 1997, Salmond, ha defendido que una Escocia independiente permitirá decidir mejor “cómo se invierte y se usa el dinero”, creando una “país más próspero y justo”. Se apoya en un dato de la OCDE, contando con los ingresos por la explotación petrolera en el Mar del Norte, los escoceses disponen de un PIB per cápita superior al de Francia o el Reino Unido junto. Los independentistas confían en la industria manufacturera pero sobre todo en la energía. Solmond lo ha reiterado energéticamente, Escocia es un país rico “en reservas y potencial”. Y es que el año pasado, los independentistas ya defendían que gracias a los ingresos de esas reservas, cada escocés podría ingresar 970 euros adicionales por año.
Sin embargo la producción de petróleo ha caído un 50% en los últimos diez años y algunos expertos calculan que las reservas se habrán agotado en 2050. Por eso, en su última intervención, el Primer Ministro, David Cameron, afirmó que la permanencia en el Reino Unido garantizaba la estabilidad frente a ese riesgo además de absorber la volatilidad del mercado del crudo.