Han bajado los tipos de interés al mínimo histórico, se ha efectuado una primera subasta de liquidez condicionada, y ahora llega la tercera ofensiva del Banco Central Europeo (BCE).
Como se esperaba, el presidente de la institución, Mario Draghi, ha desvelado los detalles de una iniciativa con la que pretende impulsar el crédito. A partir de mediados de octubre comprará bonos garantizados y bonos de titulización (ABS), durante el cuarto trimestre de 2014
El anunció, a juzgar por la reacción bajista de las bolsas, decepciona a los inversores. Según Enrique Pérez-Hernández, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), “el mercado esperaba mucho más. Primero, que se especificara cuánto compraría cada mes, mientras que ha detallado de una forma muy vaga e indefinida los dos programas. Además de esa indefinición, había cierta ilusión con que se anunciara otro programa de compra de deuda pública (Q3) y eso no ha sucedido”.
De momento se sabe que las compras durarán dos años, y según ha estipulado Draghi, «un billón de euros es el universo potencial para las compras» aunque » eso no significa que vayamos a comprarlas todas».
La idea es permitir a los bancos aligerar sus balances y facilitar así la concesión de crédito nuevo pero algunos consideran que hay riesgos. Alemania encabeza nuevamente la facción más crítica. con Wolfgang Schäuble, el ministro de Finanzas alemán, a la cabeza.
Axel Weber, actual presidente de UBS y expresidente del Banco Central Alemán, el Bundesbank, también teme que el BCE puede correr el riesgo de convertirse en una especie de ‘banco malo’ de la eurozona.
“Lo que va a comprar el BCE no son bonos malos, tienen como mínimo un grado de inversión, una solvencia más que aceptable”, tranquiliza Pérez-Hernández.
La desconfianza alemana radica en la naturaleza de los ABS. Son títulos asociados a activos, “paquetes” que los bancos constituyen a partir de los créditos concedidos a sus clientes.
Es una operación por la que un banco transforma los derechos de créditos de los clientes en valores de renta fija y los vende a inversores. Los activos pueden ser préstamos hipotecarios, de consumo, a estudiantes, tarjetas de crédito o facturas.
Desde el escándalo de las hipotecas subprime o basura en Estados Unidos la titulización tiene ‘mala prensa’ y ha sido cuestionada por inversores, reguladores y académicos.
Y eso a pesar que, según Moody’s, la tasa de impago de los ABS en Europa es del 2% frente al 21% de Estados Unidos.
El temor se ha incrementado porque el presidente del BCE ha confirmado lo publicado hace unos días por el Wall Street Journal: Grecia y Chipre entran en el programa.
Es decir, aunque bajo ciertas condiciones, también las entidades de países con la calificación de ‘bono basura’ serán aceptados.
Con el objeto de tranquilizar y diferenciarse de los casos de las subprime, Draghi ha asegurado que los bonos de titulización que se adquieran serán «simples y transparentes».
“Exige una calificación mínima de –BBB en Standard & Poor’s. A las entidades de Grecia y Chipre, les pedirá que aunque sean de rating inferior exista una mejora del riesgo de crédito de un 25%”, explica el profesor del IEB.
Además los bonos deberán estar denominados en euros y su emisor estar domiciliado en la zona euro, pudiendo adquirir un máximo del 70% de cada emisión (un 30% para Chipre y Grecia).
Pero esos detalles son insuficientes porque la vaguedad del BCE también se ha extendido a los tramos de esos bonos. Podrá comprar tramos »senior» que son los normales y más seguros pero también los intermedios, llamados mezzanine.
Estos últimos deberían estar garantizados, «pero nadie sabe ahora mismo cuál será esa garantía», apunta Pérez-Hernández. Las explicaciones y decisiones de Draghi parecen haberse quedado cortas, los mercados esperan más en los próximos días.