“Era irresponsable pagar 200 millones de euros por Coutinho”, subrayó el director de deportes profesionales del FC Barcelona, Albert Soler, en la rueda de prensa que el club ofreció el pasado fin de semana tras el cierre de mercado de jugadores. Lo máximos responsables deportivos del Barça -a excepción del presidente Bartomeu- criticaban la inflación de los precios de los futbolistas y escudaban en ella la sequía de fichajes. Manchester City y, sobre todo, París Saint-Germain (PSG) han elevado las cantidades hasta límites inéditos que ni los históricos de Europa pueden afrontar.
Precisamente el FC Barcelona ha sido su principal víctima. El pasado 4 de agosto, el PSG hacía efectiva en la sede de La Liga la cláusula de rescisión de contrato de Neymar Jr. de 222 millones de euros. El brasileño renovó a finales de 2016 y el club le había impuesto un dineral, hasta entonces inalcanzable, para anular su contrato y poder fichar por otro equipo. El último precedente era el fichaje de Paul Pogba por el Manchester United por 120 millones de euros.
Meses después de la desorbitada millonada que los ‘red devils’ habían pagado por el mediocentro francés, nadie podía imaginar que otro club de fútbol podría asumir un fichaje por otros cien millones de euros más. Incluso el equipo que más ingresos generó en 2016, el todopoderoso Real Madrid con 577 millones de euros, había desestimado la incorporación de Pogba por la inviabilidad económica de las cifras. Todo indicaba que tales cantidades no se superarían en unos años, como pasó con el fichaje de Cristiano Ronaldo. Pero nadie había pensado en el jeque Nasser Al-Khelaïfi y los 480,8 millones que logró el PSG impulsado por el potencial del fondo de inversiones Qatar Investment Authority.
El club parisino ha golpeado en dos ocasiones el mercado de fichajes. La segunda, y que el Real Madrid tampoco ha podido igualar, ha sido la contratación de la joven promesa Kylian Mbappé por 180 millones de euros. El PSG ha tenido que inventarse una especie de cesión con opción de compra obligatoria para la siguiente temporada. Ingeniería financiera para esquivar el cuestionable Fair Play financiero de la UEFA, que se creó con el objetivo de igualar las fuerzas y evitar este tipo de situaciones dominantes.
Es más, el efecto de los nuevos equipos-Estado o con ingresos ilimitados también ha influido en la forma que los clubes históricos europeos han accedido al mercado. El FC Barcelona ha desembolsado 105 millones de euros al Borussia de Dortmund por Ousmane Dembélé, convirtiéndolo en el jugador más caro de su historia. El delantero tiene un valor real de 33 millones, según la web especializada Transfermarkt, es decir, el actual mercado ha obligado a los blaugrana a pagar 72 millones por encima de su precio.
Pep Guardiola ha sido uno de los principales protagonistas durante el periodo estival de incorporaciones. El Manchester City ha sido muy criticado por contratar a cinco jugadores por encima de los 30 millones de euros: Mendy (57,5 M), Bernardo Silva (50 M), Danilo (30 M), Ederson Moraes (40 M) y K. Walker (51 M). Los citizens llevan gastados más de 2.000 millones de euros desde 2008 para conseguir solo dos Premier League (2012 y 2014). Sin embargo, es el inventor de los fichajes convencionales a golpe de talonario. Todavía le pesan los 42 millones de euros que pagó al Real Madrid para hacerse con los servicios del brasileño Robinho.
Real Madrid y Bayern de Múnich han modificado su política de contrataciones. En los últimos años han apostado por jóvenes con proyección en lugar de competir con ManCity y PSG en el ámbito económico. Es la única estrategia en la que han fracasado los equipos-Estado y que muy buenos resultados está dando a estos dos históricos de Europa.