El ultraderechista Anders Behring Breivik, autor confeso del doble atentado del pasado 22 de julio en Noruega, en el que murieron 77 personas, 69 de ellas jóvenes de las Juventudes Laboristas en la isla de Utoya, se ha declarado no culpable en la primera sesión del juicio contra él, aunque ha admitido la autoría de los atentados y ha reclamado la necesidad de los mismos: «Reconozco los hechos, pero no la culpabilidad. Actué en defensa propia«.
El turno para el fiscal Svein Holden ha comenzado cerca de las once de la mañana, cuya intervención está previsto que dure cerca de 4 horas. El diario Aftenposten.no señala que Breivik está tranquilo y no pierde detalle de lo que sucede en la sala.
Svein Holden ha señalado que el 15 de julio de 2011, una semana antes de los atentados, Breivik traslada el coche-bomba desde la casa de campo en la que lo había preparado hasta Oslo. El 21 de julio, Breivik vuelve a la granja, en la que ultima algunos detalles, y esa ncohe regresa a su casa, en la que vive con su madre, en Oslo. Esa noche duerme allí.
El 22 de julio, Breivik envió a un gran número de direcciones de correo electrónico su Manifiesto, el que empezó a escribir en 2006, en el que expresa sus ideas terroristas.
Todo comenzó en 2002
El fiscal ha señalado que en el año 2002, Breivik asegura haber pasado a formar parte de una orden de templarios cuyo principal objetivo sería desterrar el Islam fuera de Europa, según Holden, quien afirma: «En nuestra opinión, no existe esta orden».
El fiscal ha repasado la actividad política de Breivik, que comenzó en 1997, cuando tenía 19 años, momento en el que ingresó en las juventudes del partido progresista. Durante este tiempo también se le relaciona con una Logia masónica.
El verano de 2006 marca un hito importante en la vida de Breivik. Es entonces cuando decide dedicarse de lleno a la lucha contra el islamismo en Europa, y se traslada con su madre a Oslo.
Durante este período es cuando Breivik se convierte en un aficionado a los videojuegos, en especial al World of Warcraft, y es cuando empezó a barruntar sus ataques terroristas. Empezó a esforzarse para adquirir el material necesario para los ataques y comenzó a escribir su famoso manifiesto, de 1.801 páginas, que se conoció tras la matanza.
El fiscal ha explicado que el manifiesto está dividido en tres partes: la primera, hace una descripción de lo que es el Islam, en la que Breivik apenas aporta datos personasles. La segunda parte es una amplia descripción de la visión personal del acusado acerca de cómo el Islam afecta a Europa. La tercera parte está descrita por Breivik como una parte militar, y en ella anima a los lectores a tomar parte en una guerra europea. Aquí es donde Breivik aporta notas relacionadas por los preparativos de los atentados del 22 de julio.
Breivik continuó esos años con sus ideas terroristas, hasta que en el primavera de 2011 alquiló una granja en la que preparó la bomba de Oslo. Para ello, compró todos los componentes necesarios, incluidos los fertilizantes.
Rechaza el tribunal que le juzga
Al comienzo de la sesión, Breivik ha rechazado al tribunal que le juzga por representar al Estado noruego, que defiende el «multiculturalismo». «No reconozco a los tribunales noruegos porque han recibido su mandato de los partidos políticos que apoyan el multiculturalismo«, dijo Breivik, de 33 años.
Breivik dijo que la jueza principal, Wenche Elizabeth Arntzen, no está habilitada para juzgarlo, porque «es conocido que es amiga» de Hanne Harlem, hermana de la ex primera ministra laborista Gro Harlem Brundtland, uno de los objetivos del monstruo de Noruega, aunque no presentó queja formal contra la magistrada.
La acusación ha señalado que los ataques de la isla de Utoya han dejado, a los supervivientes, secuelas piscológicas de diversa gravedad. Asimismo, muchos de los supervivientes sufrieron importantes lesiones físicas al tratar de salvarse a sí mismos y a sus compañeros. En total, 33 personas resultaron heridas. Cabe recordar que Breivik, fuertemente armado, recorrió toda la isla en busca de sus víctimas, a las que perseguía hasta los acantilados para dispararlas sin piedad.
Los medios noruegos, que están haciendo un profuso seguimiento del juicio, señalan que la actitud de Breivik es tranquila, y que el joven se muestra concentrado en lo que está sucediendo en el juicio. La prensa asegura que este es el juicio más importante en Noruega después de los llevados a cabo tras la II Guerra Mundial.
Al comienzo de la sesión de hoy se han leído los nombres de los 77 muertos y de los 33 heridos. De los fallecidos en Utoya, 67 fueron tiroteados y dos murieron ahogados al tratar de huir a nado.
Con el puño en alto
Breivik ha llegado al tribunal de Oslo saludando con el brazo extendido y el puño cerrado. Se mostró tranquilo y sonriente, llegó escoltado por dos policías y esperó a que le quitasen las esposas para saludar con el brazo extendido y el puño cerrado, y luego estrechó las manos de los psiquiatras que lo han examinado con anterioridad y que se acercaron adonde él estaba sentado.
Vestido con traje oscuro, camisa blanca y corbata ocre, Breivik declaró su identidad, su fecha de nacimiento y corrigió a la jueza cuando ésta lo presentó como desocupado: «Eso no es cierto», dijo. «Soy escritor», agregó, precisando que está escribiendo un libro en la cárcel.
Breivik permaneció impasible, con la cabeza agachada y mirando hacia abajo, cuando la fiscal Inga Bejer Engh ha leído, uno a uno, los nombres de las 77 víctimas mortales de Breivok. Mientras, en la sala en silencio, algunos de los familiares de las víctimas lloraban o cerraban los ojos, aunque ninguno abandonó el recinto.
La primera jornada del juicio, que durará diez semanas, incluirá la lectura de la acusación y las intervenciones introductorias de las dos partes, y no está previsto que Breivik declare hasta mañana, aunque hoy deberá responder si se declara culpable o inocente.
El proceso deberá determinar si Breivik es un enfermo mental y por tanto no penalmente responsable, en cuyo caso sería ingresado en un psiquiátrico; o si era consciente de sus actos, con lo que se arriesgaría a recibir la pena máxima de 21 años de prisión, prorrogables de forma indefinida.