La llegada del otoño es para muchos el inicio de una temporada divertida y excitante: la recogida de setas. Una práctica por la que muchos aficionados se echan al campo con tras la llegada de las primeras lluvias en busca de los manjares de esta época.
Pero aunque es una actividad muy entretenida, los expertos llaman al respeto y a la precaución. Muchas de las setas que vemos en bosques y campos son venenosas y en ocasiones pueden llevar a la muerte en cuestión de horas si se llevan a la boca.
La vicepresidenta de la Sociedad Mitológica Asturiana (SAM), Marta González García, destaca que “no hay ninguna clave de oro para distinguir las setas comestibles de las venenosas. El único truco efectivo es el conocimiento sobre ellas”.
Si el dicho que reza «hay setas que sólo se comen una vez« es considerado popular, es porque en realidad existen tipos de hongos capaces de matar a un insensato que las coma sin realmente saber.
El biólogo y micólogo, Josué Rodríguez, señala que las diferencias solo las pueden ver expertos. “Dentro de cada género hay de las dos con unas características comunes y puedes cometer una imprudencia muy seria si realmente no las conoces”.
Cada año con el comienzo de otoño se dan varias intoxicaciones por setas ‘malignas’. Rodríguez apunta a que el 90% de estas se producen en personas que se aventuran sin saber ya que “el que conoce este mundo es muy difícil que intoxique de forma grave”.
El perfil típico de una persona intoxicada por setas es «un adulto en un fin de semana de otoño en una comida con familia o amigos», ya que este alimento se suele «tomar en grupo».
Uno de los mayores problemas que suelen causar las setas venenosas son de carácter hepático y una de las más peligrosas es la »amanita phalloides», la cual ocasiona un daño sobre el hígado que dependiendo de la cantidad puede ser irreversible y puede hasta fallecer la persona.
Además, aunque algunos hongos una vez cocinados no son tóxicos, si se mezclan con bebidas alcohólicas como el vino pueden crear problemas de estómago bastante molestos y desagradables como diarreas o vómitos.
No te fíes ni de ti mismo
La experta da un consejo fundamental: “no hay que fiarse ni de uno mismo”. Hasta los expertos se equivocan y por eso siempre es mejor pedir una segunda opinión a otro conocedor del mundo de las setas para evitar las intoxicaciones.
Rodríguez en cambio resalta que hay otro problema que se añade al desconocimiento inicial y que está relacionado en cierta medida con el machismo. “Normalmente el que suele ir al monte es el hombre y es el que supuestamente conoce las setas; pero quien las limpia y las cocina es la mujer. Se fía. El que las coge debe ser el que las limpie y las cocine porque es el único que puede identificar si se le ha colado una seta peligrosa o no”.
La vicepresidenta de SAM advierte de evitar caer en los falsos mitos que rodean a las setas como el de que las mordisqueadas son aptas para personas o que si la plata se ennegrece al cocerlas, son tóxicas.
Aquí explicamos algunas falsas creencias que pasan de generación en generación.
– No es verdad que cocinar con vinagre y sal elimine las toxinas.
– Es falso que las setas tóxicas ennegrecen los ajos al cocinarlas o la plata de cucharas, anillos o monedas al contacto. El ennegrecimiento de la plata se debe a los componentes de azufre de algunas especies de setas. Pero hay alguna como la Amanita ‘phalloides’, que es mortal, que carece de ese componente y no la ennegrece.
– El olor y el sabor no tienen que ver con la toxicidad. La Entoloma lividum tiene buen aroma y, sin embargo, es muy peligrosa.
– No es cierto que las setas mordisqueadas por animales sean comestibles para las personas. Los animales tienen un metabolismo diferente al hombre y pueden verse, por ejemplo, setas muy venenosas mordisqueadas por limacos.