El Euribor refleja mejor que nada los bandazos que las autoridades monetarias están dando en Europa en los últimos meses. La principal referencia para fijar el precio de la inmensa mayoría de las hipotecas está haciendo un gran ejercicio de volatilidad en los últimos días respondiendo a los mensajes que se lanzan desde el BCE y su entorno, que no han llegado a tiempo para evitar que los españoles tengan que pagar un poco más por sus préstamos.
Si la referencia llegó a tocar el 0,60% por primera vez desde comienzos de 2013 después de que el BCE enfriara en su reunión del pasado 6 de marzo la posibilidad de acometer medidas monetarias expansivas en su batalla contra el fantasma de la deflación, en cuestión de menos de 20 días han cambiado las tornas y el Euribor ha desandado parte del camino, sobre todo después de que el Bundesbank, el gran garante de la ortodoxia monetaria en Europa, haya abierto la puerta a acciones no convencionales. La reunión del BCE este jueves despejará las incógnitas.
A la espera de lo que ocurra este lunes, el Euribor cerrará previsiblemente en el 0,576% en marzo encareciendo 1,7 euros las hipotecas. Se trata de la primera subida desde enero de 2012, lo que supone un punto de inflexión ya se verá de qué duración para el que los hipotecados ya están bastante mentalizados. Al fin y al cabo, las rebajas de febrero fueron ya testimoniales.
Lo temible de verdad es la facilidad con la que cambian las tornas en Europa en cuestión de días, dando la razón a la legión de analistas que reclaman al BCE una hoja de ruta clara y sostenible, al estilo de la Fed estadounidense. Lo agradecerían unos mercados de los nervios que han vivido un primer trimestre lleno de sobresaltos y también los miles de hipotecados españoles que asisten a una exhibición de bandazos del Euribor impropia de una Eurozona que dice haber recuperado la estabilidad.