El blockchain es el presente y futuro de la tecnología. Esta afirmación podría salir de la boca de cualquier experto en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) durante una de sus reputadas conferencias. No les faltaría razón: ya es la forma más aceptada en el todo mundo para comerciar con bienes y servicios con toda seguridad a través de Internet. Pero, ¿qué es realmente y dónde se puede utilizar?
Abraham Maslow descubrió a mediados del siglo XX, en su famosa Pirámide, que la seguridad se encuentra en el segundo grado de las necesidades del ser humano, solo por detrás de las fisiológicas (comer, dormir, sexo…). Así, el blockchain -o cadena de bloques, en español- nace para garantizar la total fiabilidad a aquellos que efectúen transacciones de manera telemática. Podríamos decir que actúa como un árbitro independiente que verifica el valor y la autenticidad de los intercambios en la red.
El truco de su éxito viene del concepto “independiente”. Internet está plagado de terceros que certifican la identidad de las personas que hay detrás de los perfiles; sin embargo, no lo hacen gratuitamente, sino que almacenan los datos y, después, los venden. Pero el blockchain no. Está configurado por medio de un código -llamado criptografía- que asegura la privacidad de quien lo utilice, lo que también es sinónimo de libertad para sus usuarios.
El sello de validez, la criptografía y otras tecnologías como la P2P forman la cadena de bloques, que combinadas posibilitan que cualquier dispositivo electrónico pueda gestionar la información por medio de su registro único, en lugar de utilizar las tradicionales bases de datos. Tampoco puede deshacerse o reescribirse, es decir, la cadena está totalmente protegida.
El símil más popular es el libro de cuentas, donde en cada página se registran las operaciones para un cálculo que parte del resultado obtenido en la página anterior. Si se intenta cambiar un solo apunte de la página, habría que cambiar las páginas sucesivas. Una tarea titánica casi imposible.
De la mano del bitcoin
La popularidad del blockchain ha ido de la mano del ascenso del bitcoin. Esta divisa digital se cambia por un valor superior a los 4.000 dólares sustentada en esta tecnología. Sin necesitar que ningún banco central lo emita ni lo respalde: solo mantenida por sus usuarios.
El sector bancario ha sido precisamente el primero en subirse a la moda del blockchain. El gobernador del Banco Central de Japón, Haruhiko Kuroda, es uno de sus mayores embajadores y Goldan Sachs está promoviendo ideas para invertir en Wall Street utilizando criptomonedas.
Los seguros, la salud, el transporte y la logística, y la industria en general ya se han puesto manos a la obra para encontrar las ventajas de aplicar adecuadamente el blockchain.
Enemigo de la corrupción
El sector público sería uno de los mayores beneficiados en aplicar esta tecnología. Los políticos se enfrentan a una crisis de credibilidad y muchos proyectos creados a partir del blockchain consisten en mejorar la transparencia de las instituciones públicas, su seguridad e incluso ahorrarles dinero.
De utilizarse en ayuntamientos o gobiernos, el blockchain se convertirá en la peor pesadilla de los corruptos. Las cualidades de las criptomonedas permiten que cualquier administración pública refleje sus cuentas en tiempo real, ofrece la posibilidad a los ciudadanos de comprobar hasta el último céntimo e incluye la identificación única de aquello que se factura.
Estas ventajas, y otras que se irán sumando con el paso del tiempo, hacen que el blockchain sea una de las tecnologías actuales con más proyección de uso en el futuro.