Cientos de miles de personas viven en Estados Unidos gracias a Mary Ellen Avery. Esta mujer, que ha muerto recientemente a la edad de 84 años, hizo un descubriemiento crucial acerca de por qué muchos bebés morían al nacer: sus pulmones carecían de surfactante, imprescindible para respirar. Quizás la tuberculosis que sufrió en su juventud le hizo preocuparse por el funcionamiento de uno de los órganos más complejos, los pulmones.
Considerado por muchos el «mayor avance neonatal en los últimos 50 años», la doctora Avery publicó entre 1959 y 1965 sus estudios acerca de cuál era la causa más común de mortalidad en los bebés prematuros, esto es, su incapacidad de respirar. En ese momento, la patología se llamó enfermedad de la membrana hialina, esto es, la deficiencia de surfactante, una sustancia que aparece en los pulmones plenamente desarrollados. En la actualidad se conoce como síndrome de dificultad respiratoria.
El New York Times cuenta que cuando la doctora Avery comenzó a trabajar, casi 15.000 bebés morían al año por este síndrome; en 2002, eran menos de 1.000 los fallecidos. Se estima que los trabajos de la doctora han salvado la vida a más de 800.000 niños.
La doctora comenzó sus trabajos tratando de investigar qué era la espuma que se formaba en las personas con edema pulmonar, que «literalmente la echan por la boca». De gran utilidad fue para ella un tratado del siglo XIX para niños acerca de cómo se forman las pompas de jabón. La doctora acabó identificando una mezcla de grasa y proteínas en los pulmones, que se llamó sufactante, y ello le ayudó a demostrar que era la falta de esta sustancia (en bebés prematuros), y no la presencia de membranas, lo que causaba las muertes de los niños.
Los estudios de la doctora Avery comenzaron a ser conocidos en todo el mundo; así, un pediatra de Japón desarrolló un surfactante de reemplazo hecho de los pulmones de las vacas. Ella siempre fue una defensora entusiasta de este tratamiento.
Los estudios de la doctora Avery, que nunca se casó ni tuvo hijos, han hecho posible, sin embargo, que casi un millón de niños hayan vivido gracias a ella.