Una «autobiografía diferente» o una especie de ensayo sobre Mario Vaquerizo escrita por el propio Mario Vaquerizo. Eso es «Haciendo majaradas», el libro en el que el mediático periodista y cantante de Nancys Rubias reflexiona sobre su vida y su entorno, desechando erróneas impresiones externas.
«¿Tú crees que un maricón puede estar con una mujer 12 años?», inquiere en una entrevista con Efe el marido de la célebre cantante Alaska al preguntarle sobre uno de los episodios más controvertidos de su obra, en la que se declara un bisexual meramente «teórico y estético», en una muestra más de su sorprendente combinación de valores tradicionales y postmodernidad.
«Conocí a mi novia a los 25 años, a los 6 meses me casé y llevo 12 años con ella. En el fondo soy como una choni de Parla«, insiste el «showman», protagonista de un conocido «reality» televisivo, que se ha desnudado esta vez por escrito. «Pero no soy escritor ni lo pretendo», advierte.
El germen de «Haciendo majaradas. Diciendo tonterías» (Espasa) se encuentra en una novela que nunca abordó por falta de capacidad, de ganas o de tiempo, cuenta, y por la sugerencia de su amigo Boris Izaguirre de desarrollar en su lugar un conjunto de artículos en los que «vomita» a partes iguales reflexiones y anécdotas personales.
Arranca con una «manipuladora» entrevista a sí mismo, evitando un prólogo ajeno y los peligros de las «teorizaciones externas».
«Te puedes maquillar y a la vez ser la persona más ordenada del mundo», sostiene el periodista, sabedor de que su espontaneidad y su estética punk y glam conducen a menudo a erróneas impresiones.
Vaquerizo se presenta como un «profesional controlador, metódico y disciplinado», una prolongación natural, afirma, de aquel «empollón» que sacó un 8,5 en la Selectividad, aunque desconozca el nombre de los ríos, pues no trata con ellos diariamente.
Aborda también el determinante papel que las mujeres han jugado en su vida, como su abuela Luisa, que le compraba a escondidas la revista Superpop, así como su esposa y, cómo no, su madre.
«Tienen una impronta y una forma de ver la vida distinta», defiende Vaquerizo, que dice que de ellas le ha quedado la «pluma» y un elevado «instinto de protección» hacia los suyos. «Soy muy madre», apostilla.
Consciente de las habladurías, en la obra se declara un bisexual «teórico y estético». No le atrae, asegura, la idea de acostarse con hombres, pero reconoce que algunos le parecen «guapísimos».
«No hay intención de provocación, sino de sinceridad, y ésta lleva detrás una seguridad cojonuda», añade.
«El libro me ha quedado un poco más intenso de lo que pensaba», reconoce Vaquerizo, que defiende en estas páginas la frivolidad y la capacidad de reirse constantemente de uno mismo como forma de afrontar la vida y, con ella, la muerte.
«El artículo que más me costó escribir y que funcionó como una terapia fue el dedicado a las muertes de mi hermano Ángel y de mi amiga Susi. Llegué a la conclusión de que el ser humano no está preparado para ella», opina.
Sus comienzos como periodista, el mundo de las drogas y su pasión por personajes como Andy Warhol o Fabio McNamara completan una obra en la que defiende la libertad personal para elegir, por ejemplo, una delgadez que en su caso achaca a la cirugía estética y a una estricta pero equilibrada dieta.
«A mí me han enseñado a respetar a todo el mundo. Cada uno somos dueños de nuestra vida y mientras no hagamos daño a los demás, respetemos», exige.