Charles Taylor, presidente de Liberia entre 1997 y 2003, ha sido condenado por facilitar armas a los rebeldes en Sierra Leona del Frente Revolucionario Unido (RUF) a cambio de recibir «diamantes de sangre», que los rebeldes extraían.
Los conocidos como «diamantes de sangre» son piedras preciosas de Sierra Leona que eran extraídas por esclavos, buena parte de los cuales eran niños.
Las atrocidades cometidas por los rebeldes para obligar a sacar estos minerales les dieron este calificativo, al entenderse que el derramamiento de sangre de unas 120.000 personas fue provocado por estas explotaciones y por las disputas por apoderarse de estas piedras preciosas.
Taylor negó haber facilitado armas a los rebeldes, e incluso aseguró que es en su vida había tenido en sus manos diamantes en bruto.
A lo largo de su juicio declararon más de 110 testigos, aunque el momento de más expectación tuvo lugar en agosto de 2010, cuando declaró la modelo Naomi Campbell, a quien el dictador había regalado supuestamente «diamantes de sangre» con los que Taylor financiaba a las guerrillas.
Así, con las declaraciones de Campbell, y con las de su exagente Carol White y la actriz Mia Farrow, la fiscalía intentó demostrar a los jueces que Taylor mentía cuando afirmó durante el juicio que nunca había tenido diamantes.
Los diamantes de sangre fueron conseguidos con la complicidad de compañías internacionales que comercializaron estos minerales. Pero el caso de Sierra Leona no es único y tampoco los diamantes son los únicos minerales o materias primas obtenidas a merced del sudor y el derramamiento de sangre en muchos países.
La esclavitud sigue dándose en lugares como China, Brasil, la República Democrática del Congo o Costa de Marfil. En China, los niños fabrican fuegos artificiales, en Brasil los esclavos extraen el carbón utilizado para la fabricación de acero para automóviles, en Costa de Marfil, unos 12.000 niños recogen el cacao que más tarde se exportar para para fabricar el chocolate y en la República Democrática del Congo, los niños son explotados en minas de coltán, mineral utilizados para la fabricación de ordenadores, teléfonos móviles y cualquier tipo de dispositivo electrónico.
Las alfombras que pisamos, los juguetes con los que disfrutamos, los móviles que cada vez con más frecuencia nos cambiamos, las joyas que lucimos y la comida que comemos depende en algunos casos del sufrimiento y el sudor de cientos de niños latinoamericanos, africanos y asiáticos. Los diamantes, son solo un ejemplo de toda una realidad que sigue vigente hoy en día.