La sociedad siria lleva siete años viviendo un conflicto enquistado donde muchos intereses se cruzan mientras que la población civil continúa asediada en medio de la guerra. Muertos, refugiados, desplazados… es el resumen de la vida de los millones de ciudadanos sirios que llevan 2.555 días viviendo en un país donde las bombas no cesan.
“Una colosal tragedia humana” es cómo lo define ACNUR. Para la organización centrada en los refugiados dependiente de la ONU, “el incesante sufrimiento de la población civil pone de relieve una falta de voluntad política”.
Según sus propias cifras, más de 500.000 personas han muerto, 6,1 millones de personas han huido de sus hogares dentro de Siria y 5,6 millones son refugiados buscando seguridad en los países de la región. Los ciudadanos han tenido que huir y las condiciones humanitarias cada día son más complicadas.
Las ONG apuntan a que un 69% de la población sufre pobreza extrema. Las familias tienen que gastar más de la mitad de sus ingresos en alimentos, productos que han aumentado por ocho veces su valor, con respecto a los niveles previos a la guerra. Además, se contabiliza que más de cinco millones de personas están expuestas a situaciones en las que su vida está amenazada y sus derechos básicos no se respetan.
La infancia también ha sido un foco de ataque y millones de menores se han encontrado en medio de una guerra El 43% de la infancia siria no tiene acceso a la educación. Los colegios y los hospitales han sido objetivo de las bombas y los misiles.
La situación crítica de Guta
En los últimos meses, la localidad siria de Guta Oriental ha sido el punto más crítico de la guerra. La ofensiva de Bashar Al Assad contra los “grupos rebeldes” de la zona se ha intensificado en una localidad donde todavía la población civil continúa viviendo y se ha encontrado en medio de las bombas y de un fuego cruzado constante.
Se calcula que más de 1.000 civiles han muerto en los meses de enero y febrero. La escala de la ofensiva del Ejército llevó al Consejo de Seguridad de la ONU a aprobar una tregua de 30 días en el país a finales de febrero, pero no fue respetada. Desde Rusia, apoyando al Gobierno sirio, entienden que hay grupos terroristas por lo que tan solo respetaron parar dos horas cada día y habilitar un cordón humanitario.
Diferentes agencias de información y ONG desplegadas en el terreno, donde cada día es más difícil trabajar, continúan criticando la situación. Insisten en el parecido a la ofensiva de Alepo, por la crueldad y el número de heridos y muertos. El cerco se estrecha cada vez más y los caminos habilitados para el material humanitario y poder evacuar a la población civil no se están respetando.