Un informe de Reporteros sin Fronteras denuncia la muerte de 11 periodistas en el último año y describe el “ciberenfrentamiento” que se está desarrollando en los países árabes.
¿Quién podía predecir que el primer conflicto de baja intensidad con tintes cibernéticos y a escala regional se produciría en los países árabes? Pues solo hay que repasar el informe de Reporteros sin Fronteras (RSF) sobre lo sucedido en esa zona del mundo para confirmar que así ha sido y así continúa siendo (http://www.rsf.org/rapport/RSF_BILAN_MOYEN_ORIENT_2011_ESP.pdf). Nada más saltar la primera chispa en Túnez, el 17 de diciembre de 2010, las redes sociales se apoderaron del espacio informativo virtual y tanto periodistas como blogueros o ciudadanos de a pie, armados de cámara digital y teléfono móvil, superaron el raquítico hueco del que disponía el controlado periodismo tradicional para informar al mundo de lo que realmente estaba sucediendo. Otro tanto ocurrió poco después en Egipto, Bahrein, Libia, Yemen y Siria, que son los países que repasa el informe de RSF.
Los gobiernos no se quedaron atrás. La «ciberpolicía» tunecina instaló un sistema que hacía imposible descargar fotos y vídeos de Facebook desde Túnez. Las principales redes por las que transitan las imágenes (Flicker, Youtube o Vimeo) permanecieron bloqueadas durante meses en algunos países y decenas de “blogueros” fueron localizados y detenidos inmediatamente. Algunos tuvieron suerte y en poco tiempo pasaron de villanos a héroes, como el joven tunecino al que las nuevas autoridades nombraron secretario de Estado de Juventud y Deporte, pero otros han sufrido agresiones o han tenido que abandonar su país para evitar lo peor.
En Egipto, Gobierno y ciudadanos fueron conscientes muy pronto del poder de las nuevas tecnologías. Las autoridades interfirieron las redes de telefonía móvil en las manifestaciones, cortaron Internet y bloquearon los mensajes cortos de Twitter. Pero la imaginación y la técnica se pusieron del lado de los disidentes. Por un lado consiguieron una aplicación que les permitía convertir los mensajes de voz en «tuits» y, por otro, proveedores de otros países facilitaron la utilización de sus redes a través de conexiones por módem.
»Ciberjército» contra »ciberdisidentes»
Aunque realizado desde el punto de vista de la información, el informe de RSF es un buen resumen de lo sucedido en un año en los países árabes y de los problemas que todavía atraviesan. En Egipto, por ejemplo, un bloguero fue detenido después de la caída de Mubarak y condenado a tres años por “insulto a la autoridad militar”. Los egipcios que pensaban que todo estaba arreglado vieron como la Junta Militar que asumió el poder recurría a los mismos métodos de antaño. La consecuencia han sido meses de desencanto que desembocaron en el regreso de las manifestaciones a la plaza Tahrir a finales de noviembre y a duros enfrentamientos que han causado decenas de muertos y cuarenta agresiones y detenciones de periodistas, contabilizadas por RSF.
Con todo, lo más duro para la información ha sido lo ocurrido en Libia y Siria. En el primero murieron cinco de los once periodistas fallecidos durante la “primavera árabe”, dos de ellos conocidos e importantes fotoreporteros. En los primeros momentos, la ausencia de prensa internacional fue suplida por ciudadanos con cámaras digitales y teléfonos móviles que conseguían hacer llegar sus imágenes al mundo con esfuerzo, imaginación y riesgo real para sus vidas.
El llamado “periodismo ciudadano”, tan cuestionado a veces, fue capaz de rellenar el vacío informativo. Algo similar ha ocurrido en Siria, donde las autoridades prohibieron la entrada de periodistas extranjeros desde el principio de las revueltas y expulsaron a los que había. En este último país, algunos medios internacionales y ONG consiguieron dotar a ciudadanos de lugares de difícil acceso de teléfonos satélite con los que han conseguido burlar los controles de las autoridades. Gracias a ellos hemos podido ver imágenes de una sangrienta represión que, según Naciones Unidas, ha provocado la muerte de 4.000 personas.
Lo primero que sufre en una guerra es la información, se dice, pero las nuevas tecnologías han logrado desvirtuar en parte ese tópico. Y como en toda guerra, también hay hechos difícilmente explicables, como el bombardeo por parte de aviones de la OTAN de las instalaciones de la televisión estatal en Trípoli que causaron tres periodistas muertos y 21 heridos, algo que Reporteros sin Fronteras ya denunció en su momento.