Gina de Jesús y Amanda Berry, dos de las tres mujeres que permanecieron un década secuestradas en la casa de los horrores, publican un libro en el que narra el infierno que vivieron encarceladas por Ariel Castro.
Dos años después de haber logrado escapar del cautiverio, el abuso y las torturas, las jóvenes han conseguido reunir las fuerzas para describir los episodios tan traumáticos que vivieron. La publicación se llama Esperanza: memorias de supervivencia en Cleveland y ha sido publicado por la editorial VikinG.
“Estábamos cansadas de que la gente hablara, tratara de contar nuestras historias, cuando no tienen idea, de lo que pasamos”, indicó De Jesús, en entrevista con USA Today. Gina de Jesús fue secuestrada en 2 de abril de 2004, tenía solo 14 años. Durante la década que permaneció presa, estuvo encadenada en el sótano, la gran parte de esos largos años sin ver la luz del sol. Amanda Berry fue madre en la casa de los horrores. Tenía 17 años cuando fue secuestrada. Ahora tiene 29 años y su hija 8.
En sus memorias las dos jóvenes describe las atrocidades a las que su verdugo les sometió. Ariel Castro les violó hasta cinco veces al día. Gina describe ese primer día: «Estaba enfandado, se le notaba que quería hacerme mucho daño. Empecé a gritar y llorar. Le golpeé en la espalda pero fue inútil», explica la joven en el libro, al que ha tenido acceso Daily Mail.
Amanda, que fue la que logró escapar de la casa y realizar la llamada de teléfono que les devolvería la libertad, recuerda que el día que la secuestraron era su 17 cumpleaños, le obligó a ducharse con él y luego le encerró en el sótano con una cadena alrededor del estómago.
Su único alimento era McDonalds y Burger King que tomaban frío una vez al día. Amanda escribe en sus memorias que depués de comer le obligaba a desnudarse y volvía a violarle.
Ariel Castro estaba obsesionado con las jóvenes, a las que llegó a violar hasta cinco veces al día. «Es domingo, me ha violado seis veces, desde que he llegado ya son 25», recuerda. Tal era el sufrimiento y el dolor cada vez que Ariel Castro se aprovechaba sexualmente de ella, que la joven decidió llenar la pared de fotografías para mirarlas en esos momentos. «Cuando hacía cosas horribles con mi cuerpo, miraba la foto de mi madre y me la imaginaba sonriendo. Clavaba mis ojos en los suyos»; recuerda Amanda.
Fueron sometidas a abusos sexuales y psicológicos durante diez largos años en los que el mosntruo de Cleveland les obligaba a decirles «te quiero».
Pese al sufrimiento y los días oscuros encerradas en las casa de los horrores, el nacimiento de la hija de Manada arrojó un poco de esperanzas a sus vida. «Fue increible», recuerda Amanda, «era la cosa más bonita del mundo».
Con el nacimiento de la pequeña Joycelin, Amanda intentó que la vida de su hija se desarrollase bajo cierta normalidad. Pidió al monstruo de Cleveland que le comprara libros y colores para la pequeña que aprendió a dibujar en la casa. Cuando su hija cumplió cinco años, imaginaban que iban a la escuela incluso le decía que iban a cruzar la calle, sin salir de la misma habitación.
Amanda, Gina y Michelle estuvieron atadas en la casa de los horrores, y siempre permanecieron en ella. El 6 de mayo de 2013, Joycelin se dio cuenta de que estaban solas en la vivienda. «Me dijo, mamá, el coche de papá no está». >Era su oportunidad, salieron de la casa y llamaron a la policía. «¡Socorro! ¡Soy Amanda Berry!. He sido secuestrada, llevo desaparecida diez años y estoy aquí, ya estoy libre!».