El polvorín ruso acaba de estallar en plena Ucrania, sumida en la inestabilidad desde el derrocamiento del Gobierno de Víktor Yanúkovich. Donetsk, Odessa Lugansk y Jarkov son las heridas abiertas en el corazón de Ucrania, después de la traumática pérdida de la península de Crimea, integrada junto a Sebástopol en la Federación Rusa.
Muchos de los habitantes de la región, cuya cultura y actividades comerciales se encuentran enlazadas con Rusia desde hace siglos, no ven con buenos ojos los aires europeistas del Gobierno interino, y menos aún su rusofobia.
Ahora, con la declaración de independencia realizada por la región de Donetsk, la mecha que encendió Crimea se ha extendido por el resto del sureste del país que bien o no confía en sus actuales dirigentes, o simplemente prefiere ser parte de la Federación de Rusia.
Aprovechando el final de los días de inestabilidad del referéndum de Crimea, tras el que se realizó su anexión a Rusia, las milicias pro rusas que han mantenido en las últimas semanas la presión e intimidación en las calles se han trasladado a las citadas ciudades dentro de Ucrania, para «apoyar a sus compatriotas rusos».
Así nos lo aseguraba uno de los paramilitares voluntarios en Simféropol, antes de partir a su último día de trabajo en el checkpoint miliciano en la ruta hacia Sebástopol.
Este miliciano, que exhibía sus fotos con chetniks venidos para la ocasión, y con cosacos desplazados a Crimea «por vacaciones», mostraba orgulloso su brazalete rojo que le identificaba como miembro de uno de los escuadrones pro rusos, y contaba que había sido elegido para viajar a Donetsk con sus compañeros.
Temor a la invasión
La importante presencia de rusos étnicos en las ciudades del suertes de Ucrania en cuestión no es una simple anécdota para las autoridades de Kiev, que están al tanto de las declaraciones realizadas desde el Kremlin prometiendo que no dejarán solo a sus ciudadanos ante las amenazas.
En fechas recientes, las polémicas declaraciones de la ex primera ministra ucraniana Yulia Timoshenko, amenazando con «tomar las armas» contra Rusia y «no dejar ni tierra quemada» en el lugar que hoy ocupa este país, poco hacen para calmar los ánimos en las zonas pro rusas de Ucrania.
Así que ya hay muchos dirigentes de Ucrania que temen una inminente invasión por parte de Rusia, aprovechando la concentración de tropas realizada en Crimea tras anexionarse la península.
«El objetivo de Putin no es Crimea, sino toda Ucrania …. Sus tropas reunidas en la frontera están listas para atacar en cualquier momento», declaró esta semana el nuevo responsable ucraniano de Seguridad Nacional, Andriy Parubiy, y cofundador del partido extremista Svoboda dijo en un acto de unidad de masa en Kiev.
Uno de los retos mayores a los que se enfrenta el Gobierno interino de Kiev es calmar los ánimos de los rusos que se sienten amenazados y han exigido poder realizar sus propias consultas secesionistas en el sureste de Ucrania.