Nueva York ha dado un claro giro político este año con la elección de un alcalde con un programa de tintes izquierdistas, Bill de Blasio, que promete llevar un nuevo aire al Ayuntamiento tanto por sus políticas como por su estilo personal y su familia.
De Blasio, de 52 años, recuperó la ciudad para el Partido Demócrata con un abrumador 73,3 por ciento de los votos en las elecciones del 5 de noviembre, tras veinte años de alcaldes republicanos o independientes, los doce últimos bajo la égida de Michael Bloomberg.
El contraste entre ambos es muy grande: mientras el multimillonario Bloomberg lanzaba políticas a menudo progresistas pero dirigidas desde arriba, De Blasio es el actual Defensor del Pueblo de la ciudad y desde sus épocas de estudiante ha participado en política desde el activismo y el trabajo comunitario.
El nuevo alcalde, que asumirá el cargo el 1 de enero, venció de forma sorprendente en la elección primaria entre los aspirantes demócratas con una campaña dirigida de forma sistemática a denunciar la pobreza que sufre la ciudad, según él cada vez más dividida entre la creciente brecha entre ricos y pobres.
Y es que con la recuperación económica consolidada en Estados Unidos, Nueva York está viviendo un innegable renacimiento que se puede medir en la continua construcción de rascacielos de lujo para multimillonarios de todo el mundo, que buscan la exclusividad de tener vivienda en Manhattan y además demandan todo tipo de servicios exclusivos.
Las dos caras de Nueva York
Además, Nueva York es uno de los principales centros financieros mundiales, alberga muchas sedes de grandes corporaciones y a Wall Street, acoge a miles de diplomáticos destacados ante consulados y las Naciones Unidas y es uno de los epicentros del arte y la «jet set» a nivel internacional.
Sin embargo, debajo de todo este lujo y «glamour» pervive de forma insistente otra realidad mucho más oscura, y es que un 46 % de los 8,3 millones de neoyorquinos están por debajo del nivel oficial de pobreza o muy poco por encima, por no hablar de la situación de cientos de miles de inmigrantes indocumentados (se calcula que entre 500.000 y 600.000).
Además, hay muchos trabajadores (solamente en el sector de la comida rápida son 57.000) que cobran el salario mínimo (7,25 dólares la hora), lo que supone automáticamente ser pobre si no hay otras fuentes de ingresos.
Alrededor de 50.000 personas sin techo
Los albergues de la ciudad acogen cada día a más de 50.000 personas sin techo (Nueva York es la única ciudad del país donde aumenta su número), entre los cuales hay 22.000 niños, y otros miles duermen en la calle.
De Blasio basó su campaña en proponer un ligero aumento de impuestos entre los neoyorquinos que ganen más de medio millón de dólares al año (del 3,9 al 4,4 % en el tramo local) para financiar la educación preescolar para todos los niños de cuatro años, así como extender el horario de los centros de enseñanza por las tardes.
También ha prometido construir 200.000 viviendas a precios accesibles, en una ciudad donde la vivienda sube de forma imparable y cada vez más barrios populares se están transformando en zonas con residentes de mayor poder adquisitivo que desplazan a los mas pobres.
De Blasio asume el cargo el 1 de enero, y para entonces ha estado nombrando a muchos de los principales altos cargos, todos ellos respetados y con gran experiencia en gestión municipal.
Sin embargo, los quebraderos de cabeza comenzarán nada más llegar a su nuevo despacho.
Los sindicatos han pedido aumentos
Por una parte, los sindicatos que representan a los casi 300.000 trabajadores municipales han pedido aumentos de salarios retroactivos, ya que llevan varios años trabajando con convenios colectivos caducados y no renovados durante la era Bloomberg.
Si De Blasio cede, puede crear un agujero de miles de millones de dólares en el presupuesto municipal para el año fiscal 2015, que comienza en julio y que va a heredar equilibrado.
Mantener la criminalidad baja, otro reto
Otra reto será mantener la criminalidad en niveles históricamente bajos de los últimos años, a la vez que intenta cumplir su promesa de mejorar las relaciones entre la policía y las comunidades.
Estas relaciones han empeorado mucho en los últimos años de la era Bloomberg debido a la práctica policial conocida como «stop and frisk», por el que cientos de miles de personas (en su mayoría jóvenes afroamericanos e hispanos) han sido parados y cacheados por la policía sin motivos claros.
Un alcalde con carisma
De Blasio, una figura imponente de 1,96 metros de altura y antecedentes alemanes e italianos, se instalará en Gracie Mansion, la residencia de los alcaldes, con una familia muy heterodoxa en la política estadounidense.
Su esposa, Chirlane McCray, es afroamericana, seis años mayor que él y antes de conocerle se consideraba lesbiana, y los dos hijos de ambos (Chiara y Dante) son birraciales. Este último lleva además una espectacular melena afro.