A esta cifra se unen alrededor de 43.000 desplazados internos que todavía no han regresado a sus casas desde que huyeron tras el conflicto de 2012 entre las fuerzas del Gobierno y varios grupos rebeldes.
«El deterioro de la situación de seguridad tiene lugar días después del tratado de paz entre el Gobierno y diferentes grupos armados», ha resaltado el portavoz de ACNUR, William Spindler, en referencia al Acuerdo de Paz y Reconciliación en Malí, firmado en Bamako el 15 de mayo.
La región de Tombuctú es la más afectada por los últimos movimientos de población, con 53.196 nuevos desplazados según las autoridades de Malí. Además, el Gobierno también ha informado del desplazamiento de otras 2.350 personas en Gao y 1.622 más en Mopti.
Asimismo Spindler ha advertido de que la «volátil situación» está impidiendo el acceso del personal humanitario a las zonas más afectadas, que además corre un alto riesgo por la inseguridad y los enfrentamientos generalizados. En uno de los últimos ataques en la aldea de Tin Hamman (Gao), murió un trabajador humanitario.
Los equipos de ACNUR informan de que tras visitar áreas muy afectadas, muchas personas duermen a la intemperie o en casas de conocidos y de que son muchas las mujeres y niños que necesitan urgentemente refugio, agua y comida. «A comienzos de esta semana comenzamos a distribuir ayuda a unos 1.500 nuevos desplazados en Goundam y estamos organizando la entrega de mosquiteras, mantas o kits de higiene a unos 12.000 nuevos desplazados en Gourma Rharous», ha asegurado el portavoz.
Además a este número de desplazados internos se suman los refugiados que han cruzado la frontera. La ONU estipula en unas 3.500 las personas que han dejado Malí desde comienzos de año para alcanzar países como Níger, Mauritania y Burkina Faso. Mientras que el número total de malienses en estos países asciende a 137.500, que vuelven lenta pero constantemente a su país.