Según los datos de la Organización Meteorológica Mundial, la presencia de gases de efecto invernadero provocados por actividades humanas alcanzaron un nuevo récord en 2020 y la costra gaseosa que recalienta la tierra se volvió más espesa a pesar de las consecuencias de la pandemia.
«La abundancia de gases de efecto invernadero que retienen el calor en la atmósfera volvió a alcanzar un nuevo récord el año pasado, y la tasa de aumento anual registrada fue superior a la media del período 2011-2020», ha detallado el boletín de la OMM.
Además, la tendencia continúa durante este año, según ha concluido el último informe de la organización que se debatirá en la próxima Cumbre del Cambio Climático (COP26) que comenzará el próximo 31 de octubre en Glasgow.
La concentración del principal gas de efecto invernadero presente en la atmósfera, el dióxido de carbono (CO2), se situó en 413 partes por millón en 2020, una cifra sorprendente teniendo en cuenta el confinamiento y la drástica reducción de actividades que tuvo lugar ese año por la pandemia de covid-19 a nivel global. «El nivel de temperatura observado actualmente persistirá durante varias décadas aunque las emisiones se reduzcan rápidamente hasta alcanzar el nivel de cero neto», ha explicado la OMM a este respecto.
Además, la ONU ha confirmado que , aunque sí se produjo un descenso transitorio de las nuevas emisiones, el frenazo económico de 2020 «no tuvo ningún efecto evidente en los niveles atmosféricos de los gases de efecto invernadero ni en sus tasas de aumento».
«La temperatura mundial seguirá subiendo», sentencia el informe de la OMM. Actualmente, la quema de combustibles fósiles y la producción de cemento son las principales actividades responsables de las emisiones de dióxido de carbono, lo que supone un aporte de un 66% al efecto de calentamiento de la tierra.