Francia, la segunda potencia económica de la eurozona, ha recibido hoy un jarro de agua fría. La agencia de rating Standard&Poor»s ha bajado la nota de solvencia de su deuda.
A pesar de la mala noticia, los expertos aseguran están convencidos de que no traerá consecuencias ni para el país, ni para el resto de Europa.
¿El motivo? Aseguran que la decisión estaba descontada por los mercados, que desde hace tiempo son conscientes de los diversos achaques económicos del gigante galo.
«Los problemas se venían viendo desde hace unos dos años. La decisión de S&P no es buena, pero no dice nada que no se supiera ya: mientras países como España han ido haciendo ajustes, Francia los ha retrasado y hay datos que demuestran que todavía tiene mucho trabajo por delante», adelanta Estefanía Ponte, directora del departamento de economía de Cortal Consors.
Según cálculos de la Comisión Europea, el déficit público de Francia en 2015 será del 3,7% (siete décimas por encima del máximo previsto por Bruselas y solo 1,1 puntos por debajo del registrado en 2012), mientras que su deuda pública rondará el 96% del PIB (esto significa que deberá casi tanto dinero como lo que vale su economía).
«Los mercados tenían la sensación desde hace tiempo de que el Gobierno francés había empezado tarde a hacer las medidas y en este ejercicio estamos viendo que su economía no es tan dinámica como se pensaba», puntualiza Ponte.
No se puede olvidar que el país salió de la recesión en el segundo trimestre (creció un 0,5%, tras acumular seis meses de contracción), aunque se espera que entre julio y septiembre se haya ralentizado su crecimiento. «La semana que viene presentará el PIB del tercer trimestre y se espera un alza del 0,3%, dos décimas por debajo del trimestre anterior», asegura la experta. De cara al año que viene, la previsión oficial es que su PIB suba un 0,9%.
Como prueba de que los mercados no han reaccionado a la rebaja de rating y que ya preveían este escenario basta un dato: el interés del bono francés a diez años cotiza hoy alrededor del 2,27%, por debajo del nivel del miércoles (cerró en el 2,29%) y lejos de los máximos del año (el 9 de octubre alcanzó el 2,63%). Se trata del mejor termómetro, ya que el interés de la deuda de los países mide el nivel de riesgo de éstos. Y, en el caso galo, el escenario no ha cambiado.
Así pues, y como insisten los analistas, las dudas de Standard&Poor»s están en sintonía con las del mercado, por lo que no supondrán consecuencias palpables ni para la eurozona, ni para España.
Las medidas pendientes
Ahora bien, los expertos insisten en que el país presidido por François Hollande tendrá que acometer duras reformas a partir de ahora.
«Debe hacer medidas más drásticas, porque hasta ahora la estrategia de medidas estructurales ha sido más bien escasa. Puede que la decisión de S&P suponga la vuelta de tuerca necesaria para que el país haga lo que le piden los inversores», opina Rafael Romero, director del departamento de inversiones de Unicorp Patrimonio.
En este sentido, todo apunta a que los mayores esfuerzos vendrán de la mano de reformar el mercado laboral, reducir el tamaño la Administración Pública y controlar el déficit público.
«Mientras Rajoy apostó por la política de ajustes, Hollande optó por las de crecimiento, que vienen a suponer más gasto público. Al final, Bruselas le ha tenido que conceder más tiempo para que reduzca el déficit (igual que a España) y el país tendrá que apretarse el cinturón. Todo ello unido a que su mercado laboral necesita más flexibilidad y a la necesidad de dismniuir la Administración Pública, que incluso representa más que en España», concluye Pablo García, director general de Carax-Alpha Value.