Las autoridades fiscales de los principales países desarrollados andan revueltas. La sequía de ingresos impositivos desencadenada por la crisis les ha obligado a rastrear con más detalle todas sus fuentes de recaudación en busca de nuevos recursos con los que apuntalar las cuentas públicas y se han encontrado con que hay contribuyentes muy ilustres que no aportan a las arcas generales todo lo que deberían.
El asunto ha saltado a la opinión pública con nombres y apellidos:Google, Vodafone, Starbucks y otros grandes corporaciones multinacionales han sido señalados por organizaciones no gubernamentales, primero, y gobiernos de todo el mundo después como ejemplo de malas prácticas en el cumplimiento de sus obligaciones fiscales.
El motivo de esta reacción es evidente. Los principales países desarrollados se han dado cuenta de que los grandes gigantes corporativos mundiales, que alimentan sus cuentas de resultados gracias al consumo de sus ciudadanos, dejan, después, apenas migajas en forma de pagos fiscales.
Según estimaciones realizadas por ONG y otras organizaciones de la sociedad civil, y asumidas extraoficialmente por organismos internacionales como la OCDE, el tipo impositivo medio que pagan esta clase de grandes corporaciones oscila entre el 1% y el 1,5%, una miseria.
La dimensión del problema es tal que ha dado lugar a una serie de reportajes en la gran prensa norteamericana bajo el epígrafe »Pero si nadie paga eso», en relación al Impuesto de Sociedades…
Pese a que las grandes corporaciones llevan tiempo funcionando así, el tema no ha saltado a la agenda política hasta hace bien poco, justo después del estallido de la crisis.
Eso sí, lo ha hecho a toda pastilla. Ha centrado cumbres del G-20, reuniones de ministros de Finanzas de la Unión Europa y hasta una línea de trabajo estratégica en la OCDE, que hasta ahora pilota la iniciativa más avanzada para hacer frente al problema.
El enrevesado camino para eludir impuestos
¿Qué es lo que se pretende combatir? Principalmente, los sofisticados esquemas que diseñan las multinacionales para reducir hasta la mínima expresión el pago de sus obligaciones fiscales.
Como ha señalado el inspector de Hacienda, José Ignacio Ciutat Cura, en la jornada inaugural del XXIII Congreso de la Organización Profesional de Inspectores de Hacienda, que se celebra estos días en Málaga, el asunto es particularmente complejo porque, en la mayoría de los casos, no existe un comportamiento ilegal, sino una explotación abusiva de las rendijasque se crean por el control nacional de un fenómeno, la operativa de funcionamiento de las grandes corporaciones, de carácter radicalmente multinacional.
Los inspectores de Hacienda admiten que los métodos tradicionales sontotalmente ineficaces para combatir el fenómeno. «Nos encontramos con compañías que tienen el Departamento Financiero en Suiza, el de Tesorería en Bélgica y el domicilio fiscal en Irlanda«.
En esas condiciones, dicen, rastrear todas las operaciones necesarias para determinar las obligaciones fiscales que les correspondería pagar se convierte una labor titánica. Y no sólo eso: hay dificultades para conocer qué operaciones se han realizado (y han tributado) en otros países, porque exigen recibir información de lo mismo y los cauces no funcionan con la agilidad que se podría pensar, e incluso para conocer dónde demonios está la sede fiscal de la compañía.
«Es un problema multinacional, difícil de atajar desde las normativas nacionales», subraya Gerardo López Rodilla, director adjunto de la Oficina de Fiscalidad Internacional de la Agencia Tributaria, el brazo armado ideado por el Gobierno para luchar contra el asunto.
Buscando una solución al problema
Pese a ello, Hacienda se ha esforzado en adoptar medidas de distinta naturaleza, normativa, operativa y organizativa para tratar de sellar esas vías de agua del sistema tributario.
Por ejemplo, se ha reducido la capacidad que tienen los grupos de empresas de descontarse en el Impuesto de Sociedades los gastos financieros que se generan por préstamos entre empresas del grupo, una de las prácticas que los inspectores de Hacienda siempre han identificado como una fuente de abuso; se han incrementado las comprobaciones sobre empresas multinacionales, y han aumentado loscontroles a empresas en colaboración con otras administraciones tributarias.
Aun así, en ese último campo, que desde la Agencia Tributaria se considera esencial para controlar sobre todo a las grandes multinacionales, el desarrollo en España es limitado.
Según datos proporcionados por la propia Agencia, España ha realizado40 controles multilaterales (es decir, apoyándose en las administraciones tributarias de otros países), mientras en otros países como Alemania esa figura ya está absolutamente incorporada a las prácticas inspectoras y se realizan en torno a 175 anuales.
Es muy probable que la cosa cambie en los próximos años. Según Luis Parreira, representante de la Oficina de Lucha contra el Fraude de la UE, la intención de Bruselas es impulsar en la medida de lo posible estas inspecciones a dos o más bandas.
Desde la UE incluso se ha barajado la idea de crear un Cuerpo de Inspectores Europeo para combatir este tipo de fraude.
La OCDE pretende actuar en una dirección similar. Ubaldo González de Frutos, repesentante español en el organismo, señala que están trabajando en la creación de un organismo multinacional que arbitre la aplicación de los impuestos a las multinacionales.
¿Es necesario? Es posible. De otro modo esta tributación se vería regulada por el universo de 3.000 convenios de doble imposición entre países que hay hoy en el mundo.