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La explotación del olivo se encuentra consolidada como una de las actividades económicas más ancestrales en nuestro país, especialmente en el sur peninsular. Son muchos los participantes que colaboran en el sector del olivo para que el consumidor pueda añadir el aceite en su cesta de la compra: cooperativas, almazaras , envasadores, comercializadores, exportadores, etc.
A pesar de tratarse de un negocio tradicional, son muchos los cambios que ha experimentado con el fin de optimizar su explotación e incrementar su rentabilidad. Un ejemplo de ello es el paso al cultivo del olivar en seto.
Contribución económica del sector del olivo
El olivar es uno de los cultivos que más contribuyen a la economía nacional, representando un 0.6% del PIB.Este sector lo conforman 400.000 olivicultores, 1.755 almazaras, 1.500 envasadoras y 22 refinerías. El terreno olivar abarca alrededor de 2,65 millones de hectáreas, produciéndose 1,2 millones de toneladas de aceite de oliva en promedio, según los datos medios de las últimas campañas productoras.
El total de producción olivar en España representa alrededor del 50% de toda la producción mundial de aceite de oliva. Existen cultivos de olivos en 34 provincias de 13 comunidades autónomas de nuestro país, siendo Jaén es la principal provincia olivarera de España.
En cuanto a las exportaciones, aproximadamente el 62% de la producción española de aceite de oliva se exporta, representando el 30% del comercio mundial.
Tipos de cultivo olivar: olivar tradicional y de alta intensidad
La mayor parte de las explotaciones del olivar español se basa en el sistema de cultivo tradicional. El cultivo tradicional se caracteriza por contar con una baja densidad de árboles (entre 80 y 120 por hectárea) y utilizar olivos que cuentan con decenas de años. Dentro de esta categoría podemos distinguir entre sistema tradicional no mecanizable y sistema tradicional mecanizable. Este último permite mecanizar algunas tareas, como la recolección.
El fin del cultivo del olivo es maximizar la rentabilidad y optimizar los costes, a través de la maximización de la cantidad y calidad de aceitunas obtenidas. Esto ha provocado la aparición y desarrollo de cultivos de olivos de alta intensidad u olivar intensivo.
Cultivos de olivos de alta intensidad
La gestión más eficiente del cultivo a través los sistemas de alta intensidad se puede clasificar a su vez en sistema intensivo del cultivo o superintensivo, en función del número de olivos por hectárea y la vida útil de los mismos.
A nivel mundial, la agricultura superintensiva del olivar es la que más ha incrementado, suponiendo un 5% del total. No obstante, no existe una solución mágica extensible a todas las fincas y la rentabilidad no es la misma en todos los casos. Existen empresas como CBH que ofrece un servicio integral, desde la plantación hasta la recolección, con el sistema que mejor se adapte a la finca del cliente.
Las plantaciones CBH constituyen una referencia en el sector, con más de 50.000 de hectáreas de olivar de alta densidad ya plantadas.
Retos y oportunidades del sector
Existen oportunidades de futuro del sector del olivar relacionada con la demanda global de alimentos.
Por otro lado, existen innovaciones encaminadas al impulso de este sector con medidas para potenciar la innovación y la digitalización, la modernización del regadío, el fomento de la integración cooperativa o la promoción del consumo en el mercado interior.
No obstante, existen retos globales que debe gestionar el sector, como «los efectos del cambio climático, la mayor competencia de otros o el efecto de plagas y enfermedades».
Además, otro factor reciente a gestionar es la amenaza en la subida de los aranceles de países terceros.