Sergio Ramos comenzó la temporada 2013-2014 de una forma titubeante. Había disfrutado de pocos días de vacaciones tras jugar la Copa Confederaciones y también se habían filtrado muchas noticias relacionadas con lo económico. Quizás también le perjudicó su sinceridad ante un Mourinho con el que mantuvo una relación de amor-odio hasta la marcha del entrenador portugués. Muchos aficionados madridistas vieron en él un principal enemigo del técnico luso y el central español lo pagó durante unos primeros meses donde su condifición física quizás no era la adecuada. No era el Sergio Ramos que España estaba acostumbrada a ver.
Tras ser nombrado en el 11 ideal de la FIFA todo cambió. Ahí subió la confianza de uno de los mejores centrales del mundo que se dispuso a ser el mejor. Al fin y al cabo, un futbolista, como dijo Jorge Valdano en su día, es un estado de ánimo. El buen año de Sergio tuvo su punto de inflexión el 29 de abril en Múnich cuando anotó un doblete que situó al Real Madrid en la final de la Champions League. Dos cabezazos para vengarse de un Manuel Neuer que ser burló de su penalti en la dolorosa eliminación de 2012. Tras el partido ante el Bayer anotó un tanto excelente de falta en Valladolid pero lo mejor estaba por llegar.
En el minuto 92:48, cuando el Atlético de Madrid ya toca su primera Champions, la cabeza del sevillano apareció para dar vida al Real Madrid. Ahí el Madrid ganó la Décima. Tras el empate de Ramos, el partido se fue a la prórroga y lo rojiblancos, mermados físicamente, no pudieron hacer nada contra Di María o Bale. «Eres el puto amo de la Décima«, le esgrimió Casillas a la conclusión de los primeros 90 minutos reglamentarios. Así, en la fiesta en Cibeles, el capitán blanco cedió el testigo al central para que subiera a engalanar a la diosa del madridismo. Al fin y al cabo, Ramos era el hombre de la Décima.
Tras un Mundial donde Sergio, al igual que todo el equipo, no rindió a un nivel esperado, el segundo capitán madridista se ha considerado como uno de los mejores centrales del mundo y en Marrakech volvió a ser protagonista. En otra cita imporante, el camero ha vuelto a ser decisivo en las semifinales y, sobretodo, en al final. Ante Cruz Azul inaguruó el marcador en la primera mitad y, en la final ante San Lorenzo, adelantó al Real Madrid cuando el equipo más lo necesitaba. La testa de Ramos apareció cuando el Madrid no tenía ideas y no podía sobreponerse a la contundencia y agresividad de los argentinos. Ramos, a vuelto a estar a la cabeza del equipo.