Fue Cesc Fábregas el que firmó un encuentro maravilloso. Del Bosque apostó por él para que jugara en la línea más ofensiva, aunque siempre con la idea de que bajara a combinar al centro del campo y de que buscara la posición de media punta para conectar con Soldado.
Cada vez que el esférico llegaba a sus pies, España sacaba ventaja. Pases interiores, aperturas a banda y un sinfín de ocasiones de peligro.
La movilidad de Cesc era tal que los centrales no sabían como frenarle, por lo que él se dedicó a machacar a sus defensores.
El culmen del espectacular encuentro llegó en el minuto 31. Controló un balón en la frontal y mientras la defensa de Uruguay se le echaba encima, golpeó el balón para dejar solo a Roberto Soldado que no perdonó y mandó el cuero al fondo de la red.
Aquel fue el final de una exhibición que duró una hora, en el 63 el mejor jugador del encuentro abandonaba el césped y cedía su puesto a Santi Cazorla.