Un gol de Bale, con la inestimable ayuda de Fernando, fue suficiente para poner al Real Madrid en la final de la Champions League de Milán, donde se enfrentará al Atlético en una reedición de la cita de hace dos temporadas. Solo lo apretado del marcador y lo cercano del precipicio, un solo gol, sembró algo de incertidumbre en Chamartín. En ningún caso hizo temblar el sueño de la Undécima un Manchester City inofensivo, sin fútbol en toda la eliminatoria y también carente de raza para buscar la última bala de la épica en la vuelta. Ni siquiera precisó de una versión top de Cristiano, presente en el partido pero visiblemente limitado por los problemas físicos que le hicieron perderse la ida en Inglaterra.
Las miradas estaban en el estado de Cristiano Ronaldo, que forzó por el bien de su equipo. Jugó aún renqueante de su lesión muscular y sin su confianza habitual. Se cumplían trece minutos cuando abandonaba la banda izquierda, donde corría mayor riesgo de recaída en una acción de velocidad, y se instalaba en la zona del nueve.
Los intentos de levantarse de la lona del City eran en vano. Apenas alguna carrera de Navas, un córner rematado arriba de Fernando. Al Real Madrid le bastaba con que Keylor Navas, sin ningún tanto encajado en la competición en el Bernabéu, siguiese siendo un espectador más. El fútbol-control madridista solo se aceleraba cuando Bale entraba en juego. Y el galés, cuyo golpeo tocó en Fernando, la puso en la escuadra contraria y, después de pegar en el palo, colocó el 1-0 para hacer estallar el Santiago Bernabéu.
UNA FORMA DE HACER DAÑO Pepe vio cómo le anulaban un tanto por fuera de juego tras una falta de Kroos y la única subida de Marcelo no encontraba ni puerta ni rematador. Así llegó el gran aviso del City. Entregando el balón a su rival, el Real Madrid encontró una forma de hacer daño pero perdonó las ocasiones de sentenciar. Jesé aparecía con libertad en ataque pero le faltaba precisión en la definición. Bale dejaba solo a Modric, que falló la más clara. Hasta él pensó que estaba en fuera de juego y su mal control le condicionó en el mano a mano ante Hart que el portero sacó a córner.
La subida de los laterales, con mayor presencia ofensiva de Carvajal, daba aire al conjunto madridista. Fue cuando la suerte del primer acto le faltó a Bale en un testarazo perfecto que repelió la cruceta a los 63 minutos. No hubo más acciones de peligro de un Real Madrid que sudó hasta el último segundo. Sin excesivos apuros, pero con el miedo en el cuerpo y el silencio en la grada cuando De Bruyne chutó al lateral de la red una falta a seis minutos del final o cuando el Kun rozó el travesaño en su única acción de peligro, borrado del campo por el marcaje de Sergio Ramos.
No había tiempo para más. Zidane cumplió el objetivo marcado cuando relevó a Benítez. El fútbol español extiende su dominio en Europa.