El centenario arquitecto Oscar Niemeyer ataca por las curvas las imperfecciones del mundo en busca del ideal que inspira la «Utopía» de María Pagés, empeñada ella también en reivindicar a golpe de tacón, vueltas y brazos infinitos que es sólo en la ética donde está el hogar del hombre del futuro.
«Utopía» se estrenó en el que era el Centro Niemeyer de Avilés el pasado 8 de octubre y, tras una función al día siguiente allí mismo dedicada a los jóvenes, ha estado guardada como oro en paño hasta su estreno en Madrid, en el Español, donde permanecerá en cartel hasta el 30 de diciembre.
«Aquello fue muy especial. Estar en ese sitio tan lleno de la energía de Oscar… Me sentía muy tranquila porque todo fluía. Un estreno es siempre muy estresante pero aquel fue de disfrutar y además vino mucha gente de Japón, donde se representará en 2013, y de Moscú, donde se verá, también en 2013, en el Festival Chejov», explica en una entrevista con Efe la bailaora y coreógrafa.
A la compañía, desvela, «le gusta mucho» hacer «Utopía» «y no siempre pasa eso con los trabajos, «por eso cuando ves que lo disfrutan y transmiten esa emoción al público siento la mayor satisfacción que puede sentirse».
Pagés (Sevilla, 1963), dueña de una agenda repleta de giras con «Duna» y «Autorretrato», no tenía intención de ir «tan pronto» a Madrid pero «surgió la oportunidad de estar en un teatro tan especial y grande como el Español y todo encajó perfectamente».
Transmite la filosofía inspiradora que fue para ella el arquitecto brasileño (Río de Janeiro, 1907) en cada latido de sus pies y de sus manos, como ella misma dice, y en su propósito de buscar el cielo y a la vez envolverse, como una escalera de caracol, en vez de «por bulerías» pareciera que baila «por niemeyers».
La artista dirige e interpreta 70 minutos de descarga energética con otros 8 bailaores y 7 músicos en una escenografía -diseñada por ella con la colaboración del arquitecto Jair Valera, la «mano derecha» de Niemeyer- que posa en el gris del cemento y «el rojo Niemeyer» sus bases para que el cuerpo aparezca como una escultura.
El guitarrista Rubén Lebaniegos y el cantautor brasileño Fred Martins son los autores de la música, a los que acompañan los cantaores Ana Ramón e Ismael de la Rosa, el guitarrista José Carrillo «Fyty», el violonchelista Sergio Menem y el percusionista Chema Uriarte.
Lebaniegos ha compuesto una farruca, una soleá, unas alegrías, un fandango y una guajira y Martins aporta la voz de Brasil con «Utopía» y «Tranquilo por la vida», «un samba» con letra de Niemeyer, metida por tangos.
Es una «danza poetizada» en la que se convocan a Larbi el Harti, Neruda, Benedetti -a ritmo de martinete y debla-, Cervantes -por soleá-, su inseparable Antonio Machado y un «raro» Baudelaire, que provoca «subidón» al compás de unas alegrías de Córdoba en vez de la habitual oscuridad.
Son ellos los que ponen palabras de integridad, solidaridad y compromiso al «anhelo curvo» de los movimientos de Pagés, concebidos tal y como Niemeyer, que aún no ha podido ver el espectáculo, dibuja sus espacios: en un sinuoso fluir, el que a ella le urgió ya hace dos años, cuando vio una exposición sobre él en Madrid, a ponerlo a compás.
Tras dos entrevistas con el arquitecto, orquestadas gracias al que era el director de la Fundación Niemeyer, Natalio Grueso, nació «Utopía», «el buen lugar», en su etimología griega, que no podía estrenarse en otro sitio que el centro cultural que llevaba su nombre hasta el pasado mes de noviembre.
Le ha dado «pena» que el Gobierno de Asturias haya decidido no prorrogar a la Fundación Niemeyer la propiedad intelectual del centro que llevaba su nombre, pero confía en que «se encontrará una buena solución»
«Conocer a Oscar me dio el complemento ideal a esa inquietud de reivindicar la ética que tengo desde hace tiempo. Él me dio la llave para decir todo lo que digo en »Utopía»», subraya.
La máxima aspiración vital de Pagés es trascender para ayudar «a que este sea un mundo mejor. Solo soy una bailaora pero el arte tiene esa facultad de abrir muchas puertas», afirma.
Concha Barrigós