Según la sentencia, recogida por Europa Press, en una ocasión, el 14 de noviembre de 2011, la acusada Esther S.B. tiró al suelo de forma violenta a uno de los menores, le colocó en posición boca arriba y le inmovilizó brazos y piernas obligándole a tragar comida.
En la otra, el 18 de noviembre de ese año, agarró a otro bebé, lo introdujo en un saco de dormir en posición inversa a la habitual, con la cabeza en el lugar de los pies, y lo inmovilizó en su interior.
El tribunal también condena a otra educadora, Montserrat G.C., a cinco meses y quince días de prisión como cómplice, ya que fue testigo de los hechos pero no hizo nada.
Los maltratos se descubrieron gracias a otra maestra que presenció el trato que daba la condenada a los alumnos de P1, de solamente un año, y lo trasladó a la dirección, que decidió colocar una cámara en el aula, que pudo captar los tratos vejatorios.
El juzgado también condena a la acusada Esther S.B a pagar a las familias de los menores y a ellos mismos un total de 45.000 euros respectivamente como indemnización.
Pese a que la defensa planteó que las grabaciones podían vulnerar el derecho a la intimidad de las acusadas y los menores, el juzgado considera que la cámara era visible y que eso supone «el conocimiento explícito y consentido tácitamente».
Además, el tribunal considera que, en este caso, al colisionar el derecho a la intimidad con el de la integridad física de los menores, «dicha colisión debe resolverse sin duda alguna en beneficio de la vida y la integridad física de los menores».