Hemos vivido la década más calurosa de la historia, según la NASA, y todo indica que la que viene será peor. Porque, según las estimaciones, la temperatura media seguirá subiendo, tanto que en menos de un siglo, para 2100, se podría situar 5ºC por encima. Y esto tendrá consecuencias devastadoras.
Así, y según un reciente informe del Banco Mundial elaborado por el Postdam Institute for Climate Impact Research (PIK), uno de estos devastadores efectos serían las olas de calor extremas. Así, de alcanzarse este calentamiento, se produciría un incremento de la temperatura media de los veranos en el Mediterráneo, Norte de África, Oriente Medio y partes de EEUU.
Y si ya en los últimos años se han producido intensas olas de calor que han dejado muertos e incendios forestales, con el aumento medio de la temperaturas estas olas de calor serían extremas, y se aumentaría de forma imposible de cuantificar el número de muertos y de incendios forestales.
Pero este no sería el único problema. Aumentaría el nivel del mar por la dilatación del agua y esto provocaría pérdidas de la biodiversidad y por tanto déficits nutricionales.
Más infecciones
Asimismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha advertido de que el progresivo calentamiento de la tierra producirá un aumento de las enfermedades y epidemias. Ya en los últimos 30 años han emergido 30 infecciones nuevas derivadas de los cambios medioambientales.
El principal efecto del incremento del calor es el aumento de colonias de mosquitos que propician la propagación de enfermedades como la malaria, el paludismo o el dengue. También tiene relación directa con el aumento de la incidencia de deficiencias respiratorias, como alergias o asma, por el incremento de la polución, que afectan a unos 300 millones de personas.
La OMS recuerda que las condiciones climáticas tienen gran influencia en las enfermedades transmitidas por el agua o por los insectos, caracoles y otros animales de sangre fría. Es muy probable, según la organización, que las alteraciones climáticas prolonguen las estaciones de transmisión de importantes enfermedades. Por ejemplo, en China se prevé que se amplíen las zonas afectadas por la esquistosomiasis, una enfermedad transmitida por caracoles que cursa con fiebres altas.
En cuanto a la malaria, esta enfermedad está transmitida por los mosquitos Anopheles, y mata a casi un millón de personas al año, sobre todo niños africanos. Los mosquitos vectores del dengue, los Aedes, son también muy sensibles a las condiciones climáticas. La OMS calcula que el cambio climático podría exponer a 2.000 millones de personas más al dengue.
Y es que, según la OMS, el cambio climático influye en los determinantes sociales y medioambientales de la salud, como son el aire limpio, agua potable, alimentos suficientes y una vivienda segura. La OMS recuerda que las temperaturas extremas del aire influyen directamente en las defunciones por enfermedades cardiovasculares y respiratorias, sobre todo en personas de edad avanzada.
Así, la ola de calor que sufrió Europa en el verano de 2003 provocó 70.000 defunciones. El aumento de los niveles de ozono por estas altas temperaturas agravan estas enfermedades cardiovasculares y respiratorias. La contaminación atmosférica causa 1,2 millones de muertos al año.
Pero no sólo esto afecta. El cambio climático está aumentado una frecuencia de las inundaciones, que contaminan las fuentes de agua dulce, incrementadndo por ello el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua y de criaderos de insectos portadores de enfermedades, como los ya mencionados mosquitos de la malaria y el dengue.
Las lluvias también reducirán la producción de alimentos básicos en muchas de las regiones más pobres; en concreto, y según la OMS, en algunos países africanos se reducirá hasta en un 50 por ciento para 2020. Esto aumentará la prevalencia de la malnutrición y la desnutrición, que causan 3,5 millones de fallecimientos al año.