Las avispas asiáticas comienzan a asustar a los apicultores gallegos. Como ya lo hizo en su día en otras comunidades, la también conocida como avispa asesina ha llegado a Galicia.
La veterinaria de la Agrupación Apícola de Galicia, Esther Ordóñez, reconoce que están asustados por esta invasión. “Estas avispas matan a las abejas de forma muy agresiva y merman mucho las colmenas lo que pone en peligro la polinización y los producción de miel y otros productos que se fabrican de estos animales”.
La experta cuenta que actúan de dos formas. “En muchas ocasiones se colocan delante de la colmena y las abejas, por miedo, no salen. Esto las mata de hambre, sed y enfermedades hacinadas” en su propio hogar.
Además, también las atacan cuando vuelven a la colmena de recolectar, cuando están más cansadas y débiles. Y su forma de cazar es muy agresiva: les arrancan la cabeza y las patas y se llevan el tórax que es la parte que más proteínas tiene del cuerpo.
“No solo es un peligro para los apicultores”, recuerda Ordóñez. “También son una amenaza para los árboles frutales ya que a estos animales les atrae mucho la fruta madura, lo que la destroza”, explica.
¿Qué diferencias tienen con la autóctona del país?
La experta en estos insectos insiste en que es muy importante distinguir los dos tipos de avispas que luchan por el territorio ya que “la autóctona es la única que puede combatirlas porque la asiática no tiene ningún depredador que la amenace”.
Las dos especies se distinguen sobre todos en sus colores. “La avispa autóctona, crabro, es amarilla con franjas negras con las patas y las cabeza con un color amarronado mientras que la asiática en negra con franjas anaranjadas, la cabeza naranja y las patas más bien amarillas. Además, estas son algo más grandes que las autóctonas”, explica Ordóñez.
La veterinaria de la agrupación Apícola de Galicia también destaca que los nidos de la asesina son más grandes. En ellos viven unas 2.000 avispas y la reina puede alcanzar los 40 centímetros. “Su tiempo de mayor actividad es de agosto a octubre, y es cuando más peligro corren las abejas”.
Este año todavía no han causado pérdidas en la producción apícola, tal y como comentaba Ordóñez, pero “estamos preocupados de cara al año que viene por si la población de abejas queda demasiado mermada en los próximos meses”.
Las avispas del lugar comunes no siembran tanto el caos, a pesar de que también comen abejas, porque han desarrollado mecanismos de defensa contra ellas. Pero la nueva invasión les ‘pilla’ de nuevas y todavía no son capaces de ahuyentarlas.
La experta recuerda que esta alarma no tiene que asumirla la población ya que para las personas no suponen un peligro. “Las picaduras hacen el mismo daño que la otra especie de avispas, y el peligro reside en si se tiene alergia al veneno de estos animales.