Lejos quedan los tiempos en los que el café se hacía con la tradicional cafetera italiana. La realidad es otra para los cafeteros del siglo XXI: el café de la era 2000 viene en monodosis de aluminio y colores eléctricos, y necesita de su respectiva máquina nespresso o equivalente. Más de 39.000 cápsulas de café son producidas por minuto en el mundo, lo que supone una multiplicación casi infinita del número de envases de café que se producían antes del año 2000 (cuando se utilizaba una bolsa para muchas tazas), según los datos de la empresa de café biodegradable Halo.
Las islas Baleares y Hamburgo (Alemania) han sido los primeros en legislar en contra de las famosas dosis de cafeína para reducir los residuos no reciclables. Sin embargo no se plantea ninguna otra medida de mayor impacto en el futuro, a pesar de que empieza a suponer un problema de importancia para las plantas de gestión de residuos.
No pueden ser tiradas al contenedor amarillo
¿Qué hacemos con todas estas simpáticas capsulas de colores? ¿reutilizarlas? No es una tarea sencilla.
El problema es que estos pequeños conos conservan los granos de café en su interior una vez utilizadas. Por ello, Ecoembes ha recordado en varias ocasiones que las cápsulas no pueden ser tiradas al contenedor del plástico y envases, como muchos piensan, pues siguen conteniendo un alto contenido de orgánico en su interior. Además, las máquinas de tratamiento de residuos no pueden gestionar estas cápsulas porque no están diseñadas para sus formatos.
Por ello, con cada cápsula fabricada nos obligamos a tirar a la orgánica la de aluminio o plástico que debería ir al contenedor amarillo.
Tampoco es posible limpiar en casa el café de la cápsula, pues aún limpias siguen sin ser gestionables como envases en las centrales de reciclaje.
La única forma: los puntos limpios
La manera correcta de darle un buen destino a las cápsulas de café de máquina es llevándola a los puntos limpios habilitados por las propias empresas. Dolce Gusto ha habilitado en España 1440 puntos y Nescafé otros 900, según los datos proporcionados por sus páginas corporativas.
Sin embargo, sigue siendo un número bajo para el boom de consumo de este producto en los últimos años, por lo que Ecoembes y otras asociaciones de medioambiente desaconsejan su consumo hasta que las cápsulas no puedan ser procesadas y recicladas correctamente.
Y como siempre que hay un problema ecológico, el mercado no ha perdido el tiempo y ha aprovechado el filón para producir su propia gama de productos “eco”.
Varias empresas han decidido aprovechar el momento y lanzar cápsulas de material biodegradable, compatible con las máquinas de las marcas comerciales, para aquellos que quieren consumir café “de forma ética”.
Por su parte, las dos principales marcas no han dado señales de abandonar el plástico y el aluminio. Por su parte, en el horizonte hay no se dislumbra ningún proyecto de ley para el control de estas pequeñas pero incordiantes cápsulas para el medio ambiente. Ni en España ni en Europa, más allá, eso sí, de la nueva ley de las Baleares.