-Casi todo se canta en inglés.
-Hay candidatos que en vez de cantar, van a montar el número como ya lo hizo el Chikilicuatre. En esta ocasión era la mujer barbuda y las polacas con su número de tupper-sex.
-El manantial de la creatividad europea deja mucho que desear: la inmensa mayoría de las canciones eran normales tirando a malas.
-Hace mucho tiempo que una canción de Eurovisión no se convierte en un fenómeno viral.
-Algunas canciones parecen un remake de canciones de éxito de otros tiempos.
-Nunca está uno seguro de que la mejor canción sea la ganadora.
-Las votaciones están desde siempre bajo sospecha porque parece un juego de geopolítica.
Pero hay que reconocer que el festival fue un espectáculo compartido en las redes sociales como pocas veces. Y mañana será una de las portadas más raras de la historia de este encuentro europeo.
Trendsmap, que mide la popularidad de un tema en Twitter, mostraba que Eurovision era lo más comentado en toda Europa. Es tan popular, que un tuitero comentaba que se vota más en Eurovisión que es las elecciones al Parlamento europeo.
Ahora, solo queda esperar el próximo festival. Con el antecedente de la mujer barbuda, el año que viene parecerá un circo pues se presentará el hombre elefante, la mujer araña, la niña jirafa…
Y entonces, ¿qué vamos a premiar? ¿La calidad musical o el show business?