«Muchos pueden pensar que esto está preparado. Pero no es así. La realidad supera con creces a la ficción». Así hablaba Alberto Chicote durante la presentación de la segunda temporada de »Pesadilla en la cocina» (el jueves a las 22:30 h en La Sexta), ya que muchos han comentado que el programa estaría »guionizado» para que las broncas y los momentos más hilarantes fueran más numerosos. «Nada que ver. Sería imposible forzar a alguien en su negocio a hacer algo que no quiere», recalca el cocinero.
Pero, ¿cuál es la dinámica de trabajo en el programa de La Sexta? Durante dos meses, el equipo de producción hace un proceso de selección de los restaurantes. Como esta ya es la segunda temporada, muchos negocios se han puesto en contacto con la productora en busca de ayuda. La selección se hace en base a los problemas que tiene el restaurante y a la historia personal que hay detrás (en los socios, camareros o gestores).
En este tiempo se ve cuáles son las soluciones específicas para el negocio, se analiza su mercado, su público y hasta la oferta gastronómica más adecuada a cada uno. «Cada uno de los casos es como un banco porque tiene muchas patas y siempre puede cojear por alguna».
Se trabaja desde cero con ellos (en total, el equipo de »Pesadilla en la cocina» está formado por unas 50 personas), «porque cada uno es un traje a medida. Lo que te sirve para ayudar a uno, no es válido para el siguiente», explica Chicote.
A partir de ahí, Alberto Chicote entra en acción. Cuando le vemos cruzar la puerta del restaurante en cuestión es la primera vez que el cocinero ve lo que tiene por delante. «Nunca sé dónde voy ni qué me voy a encontrar», revela.
Entonces la grabación dura una semana entera. El primer día, Chicote conoce a los dueños, prueba el menú y se mete de lleno para ver cómo es la cocina. El resto… sobre la marcha. En esa semana se produce además el lavado de imagen del negocio que corre totalmente a cargo de la productora.
Hacen un seguimiento de los negocios
Tras finalizar la temporada, el equipo de »Pesadilla en la cocina» se informa sobre cómo están yendo los restaurantes a los que han ayudado. De la primera temporada, diez de los doce restaurantes siguen funcionando y van hacia adelante.
Dos de ellos tuvieron que cerrar. El »Da Vinci» en Denia cerró por la mala gestión de su dueño que no hizo caso a los consejos de Chicote, aguantó durante unos meses con la ayuda del hijo pero al final cerró; y »El Castro» de Lugo, que no habló demasiado bien del programa, también cerró cuatro o cinco meses después.
De hecho, la productora tiene pensado hacer un programa en el que se vea cómo han seguido funcionando los protagonistas de »Pesadilla en la cocina» y lo harán seguramente en unos meses.
Dos de los casos que veremos en »Pesadilla en la cocina»
El programa arranca este jueves con Chicote aterrizando en Sevilla para ayudar a dos jóvenes emprendedores que han montado un restaurante asiático, el »Katay». En principio, los dos amigos tenían previsto montar una tienda de ropa, pero se decidieron «nada menos que por un restaurante asiático, en Sevilla y con dos cocineros chinos que no hablan español», explica el concinero.
Además de esto, los dos chicos tienen muchas rencillas personales que irán saliendo poco a poco a la luz. «Uno es italiano, vino a España para buscarse la vida y es muy trabajador; el otro es sevillano y siempre le han dado todo solucionado. Y encima sus novias no se soportan», dice Chicote.
Los problemas entre ellos harán que salten chispas durante la estancia de Chicote en su restaurante y no habrá un final feliz: Por primera vez, uno de los socios será despedido del negocio.
Otro de los casos que más comentarios hará surgir en las redes sociales es el del restaurante de Boecillo, »El Yugo de Castilla» porque el dueño es un buen amigo de Chicote. «Yo recuerdo que iba ahí cuando era joven a unas jornadas gastronómicas alucinantes que organizaba el dueño, congregaba allí a 200 cocineros y hacía eventos, bodas para 3.000 personas cada fin de semana. Cuando me dijeron que había pedido nuestra ayuda se me cayó el alma a los pies», confiesa el cocinero.
«Además, yo respetaba muchísimo a esa persona, y cuando vi el cambio que había pegado no encontraba motivos para hacerlo y eso me entristeció muchísimo», añade. Tras ver un avance de este caso, podemos adelantar que habrá muchas broncas y mal rollo entre ellos, ya que la actitud del dueño del restaurante no es demasiado positiva con respecto a Chicote, al menos en un primer momento.