El concepto ‘smart city’ tiene más de veinte años de vigencia y en principio estaba relacionado únicamente con la mejora de la eficiencia energética. El empleo de energías renovables en ciudad – como la obligatoriedad de instalar placas solares en los tejados de los edificios – los sistemas inteligentes de climatización o de alumbrado siguen siendo puntos importantes dentro del plan de desarrollo de las ‘smarts cities’ pero el concepto es hoy mucho más amplio y engloba además aspectos relacionados con la movilidad y cualquier otro servicio que pueda ser mejorado a través de la tecnología.
El informe de la Asociación Multisectorial de Empresas de la Electrónica, las Tecnologías de la Información y la Comunicación, de las Telecomunicaciones y de los contenidos digitales (Ametic) ofrece este útil decálogo que todo alcalde que quiera convertir su ciudad en una ciudad inteligente, debe plantearse:
1- En primer lugar, es necesario caracterizar la ciudad. Conocer sus fortalezas y debilidades, su perfil sociológico y demográfico, sus necesidades más perentorias y cómo éstas van a evolucionar en el futuro.
2- Una vez caracterizada la ciudad, hay que decidir qué Smart City se desea tener. Por ejemplo, una ciudad con una población que envejece rápidamente podría priorizar los servicios sociosanitarios de la Smart City. Una ciudad con un consumo energético muy ineficiente podría priorizar los servicios de energía. En resumen, se trata de seleccionar los servicios de mayor interés para la ciudad, y comenzar a trabajar en ellos.
3- La transformación de una ciudad en Smart City es un proceso largo. Por ello, antes de iniciar esta transformación es necesario disponer de un compromiso firme por parte de todas las administraciones y fuerzas políticas que podrían gestionar la ciudad a lo largo del proceso.
4- La transformación de una ciudad en Smart City requiere de la participación de múltiples agentes privados. Hay que asegurar la adhesión y participación de todos ellos, desde empresas de suministro energético, servicios financieros o de transportes, hasta la sociedad civil.
5- La transformación de una ciudad en Smart City es un proyecto de inversión que requiere financiación. Esta financiación debe proceder tanto del ámbito público como del privado, pues las ganancias de eficiencia que se derivan de los servicios prestados por la Smart City alcanzan a ambas esferas.
6- La transformación de una ciudad en Smart City es un proyecto de gran envergadura que requiere la implicación de los ciudadanos. La comunicación ha de ser constante y consistente, y la transformación ha de ser vista por todos los habitantes de la ciudad como un proyecto común y de gran alcance.
7- La transformación de una ciudad en Smart City es un proceso lento, pero no obstante el plan de proyecto ha de incluir algún logro intermedio que permita que los agentes de la ciudad accedan a algunos de los beneficios de la Smart City en el menor plazo posible.
8- Los responsables del proyecto de transformación han de seleccionar soluciones y estándares abiertos, huyendo de soluciones propietarias y cerradas que puedan comprometer el futuro de las inversiones que se realicen.
9- En general, y salvo para la realización de pruebas piloto, es conveniente minimizar el riesgo tecnológico en el desarrollo de proyectos innovadores en el ámbito de las Smart Cities.
10- Todo proyecto requiere un conjunto de indicadores y métricas, de seguimiento y de impacto, que permita medir tanto el avance del mismo como sus resultados.