Fabricó un avión con tan solo 9 años y lo puso en el aire cuando tenía 14. Ahora, con 23, la estadounidense Sabrina González Pasterski está considerada una de las mentes más prodigiosas de la historia del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y se ha graduado con la nota más alta jamás conseguida.
Tiene sangre latina, su madre es cubana y su padre, como ella, nacido en Estados Unidos (EEUU). Para comprender bien su historia, hay que observar la relevancia de sus investigaciones, que podrían cambiar la comprensión actual sobre el universo. Estudia los agujeros negros, la relación espacio-tiempo y la naturaleza de la gravedad. Algo que con su edad solo ha estado al alcance de grandes genios de la humanidad como Albert Einstein o Stephen Hawking.
Pero Sabrina no es una chica como las demás. No sale con chicos, no tiene cuenta en las redes sociales, tampoco utiliza un smartphone, ni siquiera publica sus descubrimientos y avances en el campo de la Ciencia para promocionarse en LinkedIn. Para ello utiliza un sitio web llamado PhysicsGil.
Su talento despertó en el colegio a raíz de unas palabras de su profesor de matemáticas: “Cuando tenía 14 años se presentó a un concurso de maquetas con el avión que había construido 5 años atrás, así que le dije ‘está muy bien, pero ¿qué has hecho últimamente’”. Desde entonces lo ha convertido en su lema: “Siempre estoy pensando qué he hecho últimamente, así tengo un objetivo que seguir y nunca me quedo sin metas que alcanzar”.
Ahora le llueven las ofertas de trabajo: Jeff Bezos, fundador de Amazon y de la empresa aeroespacial Blue Origin, le ha guardado un puesto para cuando quiera incorporarse. La NASA también se ha interesado por ella. No obstante, González se está doctorando en la prestigiosa Universidad de Harvard y continúa avanzando en su proyecto personal de poder enviar una nave al espacio construida por ella misma. “Sé que suena inviable poder llevar a alguien a Marte, pero si trabajas, todo puede ser posible”, afirma la protagonista sobre su principal sueño.
Con una mente tan maravillosa, no le preocupa que en EEUU el 30% de los graduados en física y química estén en el paro. “Es un trabajo muy emocionante y sin horarios. Cuando sientes que no puedes más, descansas y cuando no, te dedicas plenamente a la física”, reconoce.
A pesar de su notable inteligencia, Sabrina González siempre ha tenido los pies en el suelo y ha sabido pedir apoyo cuando lo ha necesitado: “Siempre he necesitado ayuda de mis profesores. Nadie nace sabiendo y pedir ayuda es la mejor forma de lograr tus objetivos”.
En 2015 ya fue reconocida por la revista Forbes en su ranking “30 menores de 30”, catalogada como una de las mentes más brillantes del siglo XXI. Quién sabe si en un futuro no muy lejano un invento suyo logrará el Nobel de Física, premio que solo han ganado dos mujeres a lo largo de la historia.