Ruth Ortiz entró en la sala de jurado de la Audiencia de Córdoba mirando al suelo. Estaba serena. Apenas dos metros de ella, estaba sentado con su abogado el padre y presunto asesino de sus dos niños de seis y dos años, Ruth y José. Una mampara les separaba.
Con calma y claridad, empezó a declarar ante el tribunal y el jurado la difícil relación con José Bretón, un padre “controlador, obsesivo, rígido” con sus hijos, que no les dejaba ser niños, a los que nunca mostró cariño, si acaso alguna “desprecio” en ocasiones; una persona “vengativa y con maldad” que le advirtió que quien la hace, la paga. Por ello, Ruth Ortiz empezó a pensar lo peor cuando, tras comunicarle la decisión de separarse, Bretón le dio señales de que iba quitarse la máscara.
“Temí por mis hijos y por mí”, ha relatado ante el jurado. Ruth se derrumbó en el juicio cuando empezó a recordar lo que sentía la primera que tuvo que separarse de sus niños por el régimen de visitas. El terrible miedo de que Bretón, un hombre que solía aplicar “el castigo” a lo que supuestamente le hacían daño, tramara lo peor.
“Desde la separación, siempre supe que no volvería a ver a mis niños”, ha relatado entre sollozos Ruth. No se creía que Bretón, una persona controladora, hubiera perdido a sus hijos en el parque. La primera vez que le llamó el padre “tranquilo” para comunicarle la desaparición, pensó que era una broma.
Desde la noche del 8 de octubre de 2011, Ruth Ortiz sentía que sus niños se habían ido para siempre y empezó a vivir hasta ahora, una “situación difícil de describir” de dolor y angustia, con su certeza de los niños fueron asesinados en la finca Las Quemadillas.
¿Tiene usted alguna deuda de que sus hijos se encuentran en una caja de cartón en los alrededores de este lugar (el juzgado)?
-No. Contesta así a su abogada, María del Reposo Carrero.
Ruth ha relatado en la vista que después de la separación, José Bretón le dijo por teléfono que le estaba preparando un monumento en Las Quemadillas, y que había comprado hasta el mármol. Los investigadores y la Fiscalía mantiene que los cuerpos de los dos niños fueron quemados en una pira funeraria en esa finca.
“Nunca fue cariñoso con los niños”
En su relato, Ruth ha tumbado la versión que dio José Bretón en el interrogatorio, en el que se presentó como un “buen padre” que adora y quiere con locura a sus hijos y que se ocupa de todo lo que tiene que ver a su educación y atención. “Nunca fue cariñoso con los niños”, ha explicado la madre, que ha hecho referencia al “desprecio” que en ocasiones mostraba Bretón. Como un día que la pequeña Ruth se sentó en la rodilla de sus padre y él la apartó con “desprecio” o en la consulta del ginecológico, cuando les comunicó que esperaban un niño, José. “Se enfadó y salió de la consulta”.
Bretón no dejaba a sus hijos comportarse como niños y era controlador y “completamente rígido con ellos”.
“Él era controlador y yo una persona fácil de controlar”
La descripción que ha hecho Ruth de la conducta de Bretón se ajusta a la de un maltratador. “Los gritos vinieron poco a poco. Nadie le llevaba la contraria”. Explica que el acusado tenía voz y mando también en la familia de sus padres y que si no discutían en su matrimonio, era porque ella lo evitaba. “Ahora entiendo que normalicé el comportamiento y la conducta de Bretón “.
Ruth ha explicado que decidió separarse de él porque se sentía “anulada y triste”. Cuando se lo dijo a Bretón, su reacción fue “esto es lo que te ha tocado, te aguantas”. Luego, empezaron las llamadas, súplicas, las advertencias…. El 18 de septiembre de 2011 en El Portil, Bretón le dijo que se había creado una máscara, que él no era quien decía ser.
Según la acusación particular, a partir de entonces el acusado empezó a planear su venganza. En una ocasión, José Bretón le dijo enfadado a Ruth que él no se iría a la tumba sin haber matado a alguien. “He convivido con un asesino en potencia”, se lamenta Ruth.