Leches con omega 3 para eliminar los triglicéridos, yogures que ayudan a reducir el colesterol e, incluso, mantequillas con elementos proactivos que reducen el riesgo de padecer esta patología… Seguramente usted haya probado alguna vez uno de estos productos o puede que los haya incorporado de manera habitual a su dieta. Pero, ¿son estos suficientes para combatir el colesterol?
Según el doctor Enrique Galve, presidente de la sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardíaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), “la gran trampa que esconden estos productos es que aunque anuncian un concepto que es cierto (reducen el colesterol), no explican la magnitud del beneficio. Descienden el colesterol de forma mínima dado que su enriquecimiento de estanoles y esteroles vegetales modificados es limitado”.
Se calcula que aproximadamente estos alimentos solo reducen un 10% del colesterol. Una cifra limitada si se tiene en cuenta que las estatinas (medicamentos para combatir esta enfermedad) lo disminuyen entre un 55% y un 65%.
“Además de no presentar una alternativa son mucho más caros porque hay que tomar un envase cada día lo que representa un aumento del coste para el ciudadano que quiera tomarlo”, nos cuenta el doctor Ángel Díaz, coordinador del Grupo de Trabajo de Lípidos de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).
Pero no todo son contras en lo que a productos enriquecidos se refiere. Ambos facultativos aseguran que son una buena alternativa en aquellos pacientes que no toleran ningún fármaco o no necesitan atención primaria como elemento preventivo.
“El problema viene cuando las personas sustituyen su tratamiento serio por este tipo de productos. Algo a lo que con frecuencia asistimos en nuestras consultas. Es necesario tomar los dos. No vale sustituir uno por otro como alternativa a la medicación estándar”, añade el doctor Díaz.
Si se trata de grupos de riesgo como niños y ancianos, el problema de estos alimentos es aún mayor. Su consumo excesivo puede ocasionar carencias de vitamina A, D, E y K en estos sectores poblacionales.
No obstante, según recomiendan los sanitarios, si se quiere que estos sean eficaces solo se debe tomar una unidad al día y, preferiblemente, antes, durante o inmediatamente después de la comida. “La gente los emplea mal. Se toman hasta cuatro al día y muchas veces en ayunas o en horarios inadecuados. Deben ingerirse después de una de las comidas porque lo que hacen es fijarse a los transportadores de colesterol para que no se absorban. En caso contrario, funcionan como un producto normal y alto coste que hemos pagado por ellos no sirve para nada”, argumenta Díaz.
Estos facultativos apuestan por dejar atrás estos productos e ir directamente al alimento natural en sí. Además, ven en el deporte uno de los aliados para cobatir el colesterol.